viernes, 13 de abril de 2007

PODER POPULAR, PODER CONSTITUYENTE
PRÓLOGO

PRÓLOGO
El contexto de la democracia radical en América Latina


Yo quisiera en esta breve intervención comenzar ubicando el contexto intelectual del cual surge la obra de Barreto, yo creo que si nosotros repensamos la historia intelectual del siglo XX vemos que esta historia comenzó con tres ilusiones de inmediatez, es decir, de acceso directo a las cosas y esas tres ilusiones fueron: el referente, el fenómeno y el signo, y dieron lugar a las tres grandes corrientes intelectuales constituidas por la filosofía analítica, por la fenomenología y por el estructuralismo.
Ahora bien, la historia de estas tres corrientes es remarcablemente similar porque en cierto momento esa ilusión de inmediatez se disuelve y nosotros tenemos que pasar de una a otra forma de mediación discursiva. Esto es lo que ocurre en la tradición analítica en las investigaciones filosóficas de Wittgenstein, a las cuales hace referencia Barreto en su libro. Esto es lo que ocurre en la fenomenología con la transición de Husserl a la analítica existencial de Heidegger y es finalmente lo que ocurre con la crítica postestructuralista del signo. Todas estas corrientes de una u otra manera están presentes y forman la perspectiva intelectual de este libro, pero quiero agregar a esto que esa historia a la que me he referido, sobre estas tres matrices, es también una historia interna de otras corrientes intelectuales de gran importancia en la formación teórica de Barreto, que es el Marxismo.
Porque también el Marxismo comenzó a principios del siglo XX como una corriente escencialista que afirmaba un núcleo, último, duro, de identidad clasista para constituir a los agentes sociales y, sin embargo, en cierto momento este núcleo duro comienza a desintegrarse y nosotros tenemos en la obra de Gramsci, que es una de las referentes constantes del pensamiento de Barreto, este momento de transición. Para Gramsci y los agentes sociales ya no son las clases sociales en el sentido fuerte del término, sino lo que él llama voluntades colectivas, y esas voluntades colectivas son el resultado de la articulación de una pluralidad de posiciones de sujetos, y esta es entonces la primera perspectiva que encontramos en la obra de Barreto, él afirma el carácter discursivo que lo suscita.
Este carácter discursivo desde luego no significa que nos estemos refiriendo tan sólo a la lengua o a la escritura, es decir, a lo que normalmente se llama lo lingüístico, sino que se refiere a todos los términos de significación y como toda práctica social es una práctica significativa. Esto quiere decir que los espacios sociales se constituyen esencialmente con espacios discursivos, y esta es la dimensión semiótica que ustedes encuentran claramente presente en este libro. Toda su perspectiva se define alrededor de una u otra de las grandes corrientes semióticas de nuestros tiempos y la perspectiva en ese sentido es esencialmente discursiva.
En segundo lugar, hay una extensión mediática que es la que constituye el left motive fundamental de esta obra. Así, Barreto afirma que la mediática es un dispositivo maquínico que aglutina en el cinismo a toda la lógica de sentido de la civilización actual, lógica de mercado, razón instrumental y criterio de actualidad, dentro una flecha de tiempos espaciales y energéticas precisas que creen no lugares de existencia imaginarios y formaciones con itinerarios nómadas, que están claramente presente en la influencia de Deleuze; que actúan en los instantes infinitos del tiempo y prescinden de las espacialidades física y motoras construyendo o deshaciendo legitimidades. Es decir, asistimos a las últimas instancias comprensivas entre el espacio y el tiempo en función del cuerpo en la agonía.
Esta perspectiva semiótica, en mi opinión, que informa la obra de Barreto, ha dependido de dos importantes desarrollos en el estudio de los procesos significativos. El primero es la reformulación del modelo lingüístico de Saussure, que todavía está muy ligada a la sustancia específica, la sustancia fónica y la sustancia conceptual. La forma en que esta perspectiva es reformulada en las Escuelas de Praga y Copenhague, en las cuales se llega a un estructuralismo lingüístico esencialmente formalista, es decir, que no está directamente ligada a una materia precisa, y en ese sentido, lo lingüístico deja de ser algo relacionado con la lengua en el sentido estrecho del término y pasa a ser una lógica de lo racional que abre una multitud de posibilidades. La semiótica contemporánea, especialmente la forma en que la semiología se desarrolló en Francia en los años 60 y 70 hubiera sido imposible sin este desarrollo de la teoría lingüística. Y este desarrollo es el que creo que está a la base de varios de los movimientos teóricos que conforman la obra de Barreto. El otro desarrollo importante que está más bien implícito en la obra que explícito, es el desarrollo de la retórica. La retórica tradicionalmente era concebida como un adorno del leguaje, hoy día nosotros vemos que los procesos figurales, es decir, la sustitución que está a la base de todo movimiento morfológico es constitutivo de la significación como tal.
En el análisis de Barreto, si bien quizás implícitamente, el elemento semiológico está más desarrollado, pero es también ligado a la retórica a lo que se ha llamado retoricidad, es la dimensión retórica de la significación como tal. Finalmente hay un tercer elemento, una tercera dimensión que se liga a la constitución de la subjetividad política, ésta es un área sumamente controversial en la teoría política contemporánea, todo el mundo percibe que la vieja noción de clase social, como el eje fundamental de la subjetividad política, es algo que no funciona pero ¿Con qué esta perspectiva va a ser remplazada? Es algo que ha dado lugar a numerosos debates, especialmente entre la noción de pueblo que varios autores, yo incluido, y Barreto también, consideran central y a una perspectiva diferente tal como ustedes encuentran en la obra de Toni Negri, Michael Hart, que insiste, por el contrario, en la categoría de multitud.
Déjenme en primer lugar citar otro aspecto del libro de Barreto en el cual él liga la subjetividad política al desarrollo de la lógicas equivalenciales, así dice: “La política así pensada se arroja fuera de toda metafísica de la reconciliación y se coloca al interior de la vida, pasando a ser su condición generativa, este es el sentido de la política como articulación de la equivalencia en una voluntad colectiva, de esta esfera de sentido surgen las representaciones del cemento orgánico unificador de un bloque histórico”, cita de Gramcsi. A este interior todo objeto se constituye en objeto de discurso, quede claro que no estamos hablando de la materialidad o de antagonismo o de un puñado de contradicciones surgidas de un solo punto, diferencia, inestabilidad y abnegación puede producir distintos devenires antagónicos y las cadenas de equivalencia también pueden ser radicalmente distintas unas de otras afectando las identidades, creando derivas y perturbando la locución de la política como espacio unificador. Es decir, si ustedes piensan en la noción de subjetividad política que animaba el marxismo clásico, ustedes ven que el marxismo clásico se fundamentaba en una teoría de la homogenización creciente de lo social. Era una tesis central del marxismo clásico que abría una simplificación creciente de la estructura social bajo el capitalismo porque las leyes de los movimientos capitalistas conducían a la desaparición de la clase media, el campesinado y a la formación de un proletariado homogéneo de modo que el último conflicto fundamental de la historia sería la oposición entre una masa proletaria y el poder burgués. Evidentemente la historia no ha avanzado en este sentido, es una heterogeneidad cada vez más profunda y visible que la constitución de las identidades colectivas y el momento político de la articulación, de esta manera pasa a ser absolutamente central.
Les voy a leer otra última cita de Barreto: “El pueblo no es un objeto puro del cambio, es la equivalencia política no identidad metafísica, por eso el secreto de la política consiste en construir subjetividades políticas, el romper con la homogenización social del gobierno del capital pues la política no es determinismo, tiene mucha irresistencia, liberación de prácticas que resisten al gobierno del capital globalizado, es un acto de construcción y una voluntad de poder en el sentido dicho”, es decir, que los que nos encontramos es con un desplazamiento del determinismo económico hacia lo político como momento de articulación, y es aquí donde se presenta la divergencia central con la categoría de multitud tal como lo ha planteado Negri y Hart, ellos ven con claridad que hay una heterogeinización creciente de las luchas sociales, ellos ven que ya no se puede hablar de la clase obrera, en el sentido clásico, como un todo unificado, pero esta heterogeinización del espacio político, que es en lo que se basa la noción de multitud, no está acompañada de una lógica de la articulación, ya nadie piensa hoy en día en la forma partido como la única forma de articulación política, hay formas mucho más sutiles de construir esta articulación como ejemplo la que se da en los foros de Porto Alegre y en el Movimiento por la Alterglobalización pero de todos modos este momento de articulación política, es lo que la noción de multitud no captura, y es por el contrario, en lo que se basa la concepción de pueblo, que tanto Barreto como yo defendemos.
Con esto se ha querido dar simplemente un panorama general de alguno de los temas centrales y de la perspectiva teórica y contextual que forman la vida de este volumen, que es una obra excelente, de largo alcance y que recomiendo a todo el mundo leer, muchas gracias.


Ernesto Laclau
13·Noviembre·2006, en el Bautizo del Libro “Crítica de la Razón Mediática”,
realizado en la Casa de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos CELARG

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