jueves, 24 de junio de 2010

El Horizonte (La Quinta Columna, 24/06/2010)

La dispersión y disolución de las condiciones de posibilidad de la participación social organizada, es una de las características de la formación social capitalista. El modo de producción de valor es también a su vez modo de unificación de las prácticas sociales, unificación que opera a través de la dispersión del mercado y la homogenización de las prácticas de consumo-forma privilegiada de realización del deseo-, presentado como “participación social”. De manera que expresiones de “las formas históricas de la memoria en su dimensión simbólica”, es decir, de las manifestaciones culturales seculares, serán separadas y aisladas por la subjetividad dominante. Sólo lograrán sobrevivir, si son subsumidas en la recuperación que lleva a cabo la lógica de mercado, que las hace inteligibles a la sensibilidad del consumo. Nuevas maneras de filiación social de las sensibilidades, organizarán el deseo, generando lo que Maffesoli llama “tribus urbanas”. La moda, la intensidad efímera de estar juntos alrededor de una forma de consumo, así como la ocupación territorial en torno a una expresión musical; hábitos de habla, acompañada de toda suerte de puesta en escena y gesto ritual, etc., caracterizan a este momento de la lógica del capital haciendo cuerpo y carne biopolítica en la gente. Ahora bien, ante el poder de la lógica del capital, se erige una lógica otra. Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, lo expresa en su libro La Potencia Plebeya. Adopta el concepto de Multitud aportado por Toni Negri, guardando distancia de las visiones dogmáticas. García Lineras reconoce la potencia de esta nueva manera de mencionar a la clase alternativa al capital. Se trata de un texto que no tiene desperdicios a la hora de comprender el proceso Boliviano y la revolución continental bolivariana, desde un proletariado que se organiza en sujeto, “como potencia plebeya en acción”, que no es ya movimiento espontáneo, sin perder su espontaneidad. Se trata de otro relato. “Hemos trabajado la idea de multitud, como bloque que organiza y despliega la acción colectiva, pues articula formas ancestrales, nuevas prácticas y estructuras organizativas autónomas de los estratos subalternos en torno a construcciones discursivas y simbólicas que dan cuenta de la existencia de una tendencia hegemónica distinta al capital; movimiento tendencial que tiene la característica de variar sus particularidades y diseminar su origen entre los distintos segmentos de las clases subalternas”, dice. La emergencia de la forma multitud, es producto del movimiento de lo real. Es la resistencia material de los pueblos y la construcción de la acción colectiva, es la “forma de expresión ante un modo de producción de la vida”. El estallido de los partidos de izquierda rompió la camisa de fuerza ideológica y ha facilitado el surgimiento de un movimiento de movimientos capaz de hacerse del poder político y proponerse otra forma Estado. “Lo decisivo de La multitud, es que se diferencia de la muchedumbre, que no es más que una agregación de individuos sin necesaria filiación o dependencia organizativa. Va más allá de la euforia inmediata; es un colectivo que expresa la diversidad y que sin embargo consigue la unificación en la entidad colectiva de la práctica, la decisión y la palabra. El poder de intervención de La Multitud tiene su expresión cotidiana en La Comuna y El Partido no es más que una bisagra que garantiza el flujo de información y la organización laxa para convocar y dirigir lo que es ya vida cotidiana. “En París del 68, una pancarta sobre El Odeón, principal teatro de la ciudad, decía: “Cuando la sociedad se convierte en un gran teatro burgués, volvamos a las fábricas, instalemos consejos y comunas y desenmascaremos la farsa de las instituciones”.

jueves, 17 de junio de 2010

García Linera (La Quinta Columna, 17/06/2010)

La dispersión y disolución de las condiciones de posibilidad de la participación social organizada, es una de las características de la formación social capitalista. El modo de producción de valor es también a su vez modo de unificación de las prácticas sociales, unificación que opera a través de la dispersión del mercado y la homogenización de las prácticas de consumo-forma privilegiada de realización del deseo-, presentado como “participación social”. De manera que expresiones de “las formas históricas de la memoria en su dimensión simbólica”, es decir, de las manifestaciones culturales seculares, serán separadas y aisladas por la subjetividad dominante. Sólo lograrán sobrevivir, si son subsumidas en la recuperación que lleva a cabo la lógica de mercado, que las hace inteligibles a la sensibilidad del consumo. Nuevas maneras de filiación social de las sensibilidades, organizarán el deseo, generando lo que Maffesoli llama “tribus urbanas”. La moda, la intensidad efímera de estar juntos alrededor de una forma de consumo, así como la ocupación territorial en torno a una expresión musical; hábitos de habla, acompañada de toda suerte de puesta en escena y gesto ritual, etc., caracterizan a este momento de la lógica del capital haciendo cuerpo y carne biopolítica en la gente. Ahora bien, ante el poder de la lógica del capital, se erige una lógica otra. Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, lo expresa en su libro La Potencia Plebeya. Adopta el concepto de Multitud aportado por Toni Negri, guardando distancia de las visiones dogmáticas. García Lineras reconoce la potencia de esta nueva manera de mencionar a la clase alternativa al capital. Se trata de un texto que no tiene desperdicios a la hora de comprender el proceso Boliviano y la revolución continental bolivariana, desde un proletariado que se organiza en sujeto, “como potencia plebeya en acción”, que no es ya movimiento espontáneo, sin perder su espontaneidad. Se trata de otro relato. “Hemos trabajado la idea de multitud, como bloque que organiza y despliega la acción colectiva, pues articula formas ancestrales, nuevas prácticas y estructuras organizativas autónomas de los estratos subalternos en torno a construcciones discursivas y simbólicas que dan cuenta de la existencia de una tendencia hegemónica distinta al capital; movimiento tendencial que tiene la característica de variar sus particularidades y diseminar su origen entre los distintos segmentos de las clases subalternas”, dice. La emergencia de la forma multitud, es producto del movimiento de lo real. Es la resistencia material de los pueblos y la construcción de la acción colectiva, es la “forma de expresión ante un modo de producción de la vida”. El estallido de los partidos de izquierda rompió la camisa de fuerza ideológica y ha facilitado el surgimiento de un movimiento de movimientos capaz de hacerse del poder político y proponerse otra forma Estado. “Lo decisivo de La multitud, es que se diferencia de la muchedumbre, que no es más que una agregación de individuos sin necesaria filiación o dependencia organizativa. Va más allá de la euforia inmediata; es un colectivo que expresa la diversidad y que sin embargo consigue la unificación en la entidad colectiva de la práctica, la decisión y la palabra. El poder de intervención de La Multitud tiene su expresión cotidiana en La Comuna y El Partido no es más que una bisagra que garantiza el flujo de información y la organización laxa para convocar y dirigir lo que es ya vida cotidiana. “En París del 68, una pancarta sobre El Odeón, principal teatro de la ciudad, decía: “Cuando la sociedad se convierte en un gran teatro burgués, volvamos a las fábricas, instalemos consejos y comunas y desenmascaremos la farsa de las instituciones”.

jueves, 10 de junio de 2010

Potencia Plebeya (La Quinta Columna, 10/06/2010)

El Estado burgués va disciplinando y subsumiendo sobre sí, a todas las demás formas de afiliación que otrora actuaban con autonomía. El Estado es una totalidad. Como tal, despliega su lógica organizadora, que genera una discursividad plástica, que va permeando todos los espacios y negando cualquier intersticio o “afuera”. Más allá de Kant, quien definió al Estado como “unión de personas que se proponen vivir bajo el imperio de la ley”, Marx visualizó que no se trata de un “yo común”, voluntariamente asumido esta concepción reviste para él un carácter ilusorio-; se trata más bien de condiciones históricas, independientes de las voluntad individual, que hacen posible un modo de producción de la materialidad de la vida. Durkheim aceptaba que El Estado es “el órgano mismo del pensamiento social dominante y, sobre todo, de la coerción a favor de la disciplina moral vigente”. Esta violencia legitimada por el conceso, “se organiza en la misma medida en que se disuelven los lazos sociales comunales y tradicionales a favor de una relación centralizada por el andamiaje jurídico político”. Weber afirmó, que la burocracia era el efecto de superficie de la separación, jerarquización y centralización de las funciones por parte de una racionalidad, ahora convertida en lógica, razón y cultura. De allí, en Estado. “Una organización política continua y obligatoria que mantiene dentro de un mismo rasero legal, a aquello que es de origen diverso; que homogeniza y disciplina dentro de la norma obligatoria, a lo que se pretende distinto”. Este dispositivo es en sí mismo, el monopolio del uso legítimo de la fuerza física. “Para ello creará todo un ejército de burócratas también disciplinados, que harán cumplir los fines de El Estado, que se ha hecho fin en sí mismo, autónomo en sí y para sí”. Su propósito no es otro que su propio mantenimiento. “Los burócratas de cuando en cuando, serán sustituidos o corregidos moralmente a fin de garantizar la eficiencia de los fines últimos”. El Estado debe enfrentar toda zona gris u opaca, que genere creencias distintas a sus fines, pues éstas amenazan el principio de Estado; por eso va separando y sustituyendo todo poder originario y constituyente, por el poder del representante y el funcionario: La democracia representativa. Este mecanismo de extracción, obedece a la misma lógica de mistificación y separación del trabajo de su valor. Por eso Marx asegura que “decir Estado es decir capital”, puesto que un modo de producción es también “una forma Estado”, que garantiza condiciones de reproducción de la legitimidad de la estratificación social, que se refleja también como forma de expresión del mismo Estado. Para Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, esta composición genera una mineralización, que llama “capital estatal”. Suerte de relación de poder que regula las permisiones de las distintas áreas sociales, como la económica, la política, etc. Por eso, las disputas de clase al interior de la sociedad, se reflejan en las contradicciones existencia de El Estado, en pugnas, purgas y confrontaciones de élites por el control administrativo de la direccionalidad de las políticas. En tiempos de transición, el Estado se torna espacio crítico, muchas veces contradictorio en su devenir, cuando modo y condición de la producción, se ve confrontado y cuestionado por “formas de expresión” alternativas, que amenazan con convertirse en “modo” que amenaza y antagoniza con aquellas secularizadas. En la medida que van surgiendo experiencias autónomas, singulares en su pluralidad hegemónica; como La Comuna, el Estado cruje su lógica. Una racionalidad otra se instala: La acción directa de las nuevas identidades colectivas, se abre paso desde la clandestinidad de las multitudes. Esta es la potencia plebeya.

jueves, 3 de junio de 2010

Ocultamiento (La Quinta Columna, 03/06/2010)

Ausencia, vacío, opacidad, o una “leyenda dorada” del pasado. Ocultamiento en los créditos televisivos de la verdadera identidad de los personajes entrevistados, disfrazados de doctores y expertos. Pero el asunto está allí como “ente de una actividad paranormal”. Un “Real corporal”, añadirá Lacan. La presencia de la ausencia, diría Barthes. En febrero de 2003, Colin Powell se dirigió al Consejo de Seguridad de la ONU para defender el ataque a Irak. Horas antes, su delegación solicitó que la gran reproducción del Guernica de Picasso, situada en la pared detrás del podio, fuera tapada. Les aterraba que la denuncia a la atrocidad de los bombardeos de la fuerza aérea alemana durante la guerra civil española sobre dicha ciudad, fuera asociada al discurso de Powell. La explicación oficial fue que el telón de fondo era inadecuado pues: “podía prestarse a interpretaciones erróneas”. Pero fue el propio gesto de ocultar, lo que hizo evidente que allí estaba el Guernica denunciando esta vez, la despiadada brutalidad del imperio. Lo sabía Félix B Cañet, padre de El Derecho de Nacer. Albertico Limonta se enteraría de su verdadero origen y abolengo plebeyo, a unos días de acabarse la novela, “cuando Don Rafael habló”. Otra vez el Traje del Emperador. Desnudos por la calle creyendo que nadie se da cuenta. Una suerte de lo que Benjamín llamó “dialéctica en suspenso del ocultamiento”. Pero hasta para ser un buen artista de la ilusión, hay que llevar a cabo el truco en complicidad con la audiencia, si no, de nada vale. Alan Badiou calificó el efecto ideológico de la doble complicidad e identidad, tal cual pasó con Hitler y buena parte del pueblo alemán, como “media intrínseca de la idea común de libertad”; cuando el dispositivo de funcionamiento del pensamiento se adecua a la fuerza, a un discurso y lo acepta, para que la vida pueda seguir funcionando aunque sea asfixiante. Así actúan algunos miembros de la oposición. Predican su credo con tanta fe, que se convierten en fanáticos de sí mismos. Creyentes puros de una parsimonia teatral. Anuncian un “fin del tiempo”; un “tiempo otro” que estaría garantizado por la hazaña de haber unido a los principales partidos de esta fuerza. Algo por lo demás nada nuevo, pues en el pasado reciente también se han unido y de manara más perfecta. Así fue en 2004 durante el referéndum; y anteriormente; contra La Constituyente, y en todas y cada una de las campañas presidenciales. Siempre con la misma oferta, idéntico pronóstico e igual resultado: La derrota. ¿Entonces, cuál es la novedad? Ninguna. Eso sí, siempre el mismo afán por presentarse como distintos y renovados. Escurren el bulto, como vampiro que evita los espejos. La cara de yo no fui, refiere de manera obsesiva a su Otro Yo, a una espectral fantasmagoría que les persigue siempre. Su Otro lacaniano resuella sobre sus pescuezos: Son más de lo mismo, La Cuarta República con rostros maniqueos de caricaturizados demócratas que pecan por exceso. ¡Dios mío, es que no entienden que nadie en el mundo es tan, pero tan demócrata! Entonces sobre viene la inevitable sospecha. ¿Farsa? Inaudita positivación por remozamiento y maquillaje, de una negatividad. Especie de mueca de Guazón, disfrazada y transfigurada en reina de belleza. Hacen recordar unas geniales líneas de Sherlock Holmes, en Silver Blazer: “¿Existe algún otro detalle acerca del cual deseará usted llamar mi atención? Preguntó Gregory. Entonces Holmes contestó: ‘Sí. Acerca del curioso incidente del perro durante la noche’. Gregory exclamó perplejo: ‘¿El curioso incidente del perro? Pero si anoche el perro no hizo nada’. ‘Es precisamente ese el curioso incidente’, contestó enfático Holmes”. Hitchcock también logró personajes aparentemente racionales, pero llenos de incongruencia.