jueves, 26 de febrero de 2009

Caracas Insurgente (La Quinta Columna, 26/02/2009)

Luego de 20 años del 27 y 28 de febrero del 89, “se siente el aire fresco e insurgente de un arte nacido de la risa de Dios”, dirá Kundera, y sus ecos resuenan en ese mismo aire exigiendo justicia. Sabemos de qué mano vendrá. Por eso de cuando en cuando me regodeo en su ruidosa presencia sin excesos, en su seductora promesa y en el espanto que produce en los que temen su vuelta, tal como ocurrió el 13 de abril de 2002 y como ocurre en la micro física de las rebeliones cotidianas contra todo poder que se oponga al poder popular. La piel de esa fecha quedó tatuada en rojo en las aceras y calles de los barrios caraqueños, haciendo de su dolor un registro y una memoria. ¿Cómo cargar al hombro con esos días testarudos, que desde un equivalente imposible no se dejan intercambiar con nada? “El muro del intercambio imposible”, dice Baubrillard, es el lugar simbólico en donde lo delirante e irracional se torna en una verdad irrefutable. Allí, los sistemas racionalmente estructurados, chocan con el borde de sus propios límites y en ese momento sobreviene la catástrofe, de donde derivan las suertes más afortunadas. Así ocurrió aquel febrero del que aún no conocemos sus alcances. Lo que sí sabemos, es que se incrustó en lo más profundo del ADN social, en la urdimbre espesa de la multitud. Luego, la gente de verdad, fue recogiendo los trozos de sus pedazos para rehacer sus consignas y levantar hoy, un problemático futuro en una época de desencanto desgarrado y paradójicas crisis terminales. Se trata de un día largo que ya cruza el arco de tiempo de dos décadas. Desde ese día ya no podemos vivir en paz, a menos que apelemos a la conciencia infeliz del pequeño burgués que grita: “prohibido olvidar”, para no recordar nada y salir a desfilar y exhibirse a favor del imperio, con las banderas de la impostura. Hablando desde lejos de los pobres y sus mundos, contemplando parajes a los que jamás será capaz de entrar. Los cientos de millares que vivimos las intensidades puras de esos días gemelos, tuvimos que aprender a vivir con esa cicatriz, a pasearla de cuando en cuando y hacer con ella gimnasia para que se mantenga en forma para que se haga presente de ser necesario. Resumamos: Existen muchas formas de aprender, pero pocos momentos de aprendizaje colectivo, en los que, como dijera Marx, más aprende un pueblo en un día de lucha que en 100 años de pasividad. ¡Valla usted a saber quién sabe cuanto aprendimos como pueblo! Poco a poco fuimos invocando un discurso para una subjetividad otra, esto es, de las luchas y las memorias colectivas por la liberación del trabajo. Fuimos creando islas de afectos y solidaridades, desde donde fundarse y respirar para resistir al imperium del modo extenso de expresión de la forma capitalista de existir. La vigencia y legitimidad de dicha pretensión tiene que ver con la persistencia y el entronque de dichas ideas, con el conjunto de prácticas cotidianas transformadoras de la vida real, con sus rituales y lenguajes; es decir, con las formas del intercambio y producción de la vida. En fin, hay que instalarse en el deseo, en los afectos y los placeres, en sus formas de satisfacción y de allí derivar un movimiento que resulte en determinación del compromiso y la voluntad, dispuesta a hacerse multitud. O sea, hacer-nos de un proyecto de vida naturalmente asumido y compartido. Fundado desde una visión de la plenitud de la potencia de existir y de actuar que se eleva y afirma en la pasión por la generosidad. ¡Pero cuidado! Aquel febrero también nos enseñó que en política todo es cuestión de poder, es decir, de expresión de la fuerza, lo demás es recuerdo e ilusión.

jueves, 19 de febrero de 2009

Al día SI-guiente (La Quinta Columna, 19/02/2009)

El intelectual Javier Biardeau, se interroga sobre las direcciones que tomará el proceso en Venezuela, al día siguiente del ineludible triunfo del Sí; desde una revolución que aspira al socialismo, superando los obstáculos de lo que hasta ahora ha sido un proyecto nacional, popular, democrático. ¿Le hace falta a la estrategia socialista un empuje adicional y constituyente, que cualifique a la revolución bolivariana? Se pregunta. Aquí la respuesta: "El momento que se perfila debe partir de la revisión sin concesiones, basada en el debate revolucionario una acción política que responda definitivamente a las demandas del pueblo constituyente para la construcción de un nuevo bloque histórico de la multitud". Tendrá claro el lector a estas alturas, que suscribimos como nuestro este discurso y lo flexionamos sobre sí mismo, para decir, que dicho movimiento hace urgente la emergencia de muchas puertas y numerosos caminos en los que converjan en el mejor de los escenarios y en igualdad de condiciones, la también multitud de corrientes revolucionarias, que desde prácticas locales de carácter parcial, aspiran a acariciar la totalidad. La riqueza de estas experiencias podría languidecer ante el encierro, el anonimato y la exclusión de los espacios legítimos del poder; o por el contrario, que desborden estos causes a fin de encontrar su propio camino. Ambas cosas indeseables. El líder y el partido, deben conocer y calcular la composición social y de clases de los distintos modos de expresión de la multitud constituyente, así como su necesaria relación con lo constituido, para pre-decir lo que está por constituirse, para que la movilización social adquiera el sentido de ascenso al conflicto y la confrontación con el régimen del capital. Superar la inercia de la cultura política, de las lógicas inscritas en el ADN del Estado nacional venezolano, caracterizado por: Rentismo, clientelismo, burocratismo antidemocrático, corrupción, partidismo y muchas otras deformaciones estructurales, que hacen imposible avanzar hacia un proyecto socialista, es la tarea. Pulverizar los obstáculos y las trampa-jaulas del Estado burgués y con ello su hegemonía, es deslastrarse de las formas de participación que sólo privilegian las mascaradas de la democracia representativa y las prácticas de aparato, la conservación de estratos de dirigentes sin dirigidos ni inserción social real en las luchas y los imaginarios de la gente, asumidos como fin en sí mismo, como funcionariado tutelar y en fin, todo lo que enfrenta cualquier expresión de la democracia directa. Por eso, para no quedarnos apoltronados cómodamente bajo las sombras del triunfo de 15-F, y luego sobresaltarnos en unos cuantos meses por la lógica perversa de una nueva contienda electoral, es necesario avanzar rápidamente sobre el tablero, consolidando lo que el Presidente llamó en su momento, nueva geometría del poder; particularmente en lo referido a las comunas, acompañando esto, de la proliferación de consejos obreros y otras formas organizativas de la multitud. Una tarea concomitante sería el relanzamiento de los espacios de la mediática popular, teniendo como ejemplo, la experiencia de distintos colectivos y lo logrado en tan poco tiempo. Biardeau remata: "Es hora de articular una pluralidad de demandas de radicalización democrática que han quedado sumergidas en la revolución, que apuntan, no a la construcción de una transición eterna hacia ningún socialismo, sino hacia la viabilidad concreta del socialismo desde abajo", es en ese sentido que apostamos a la enmienda, porque estamos con Chávez.

jueves, 12 de febrero de 2009

Leer en clave de Sí (La Quinta Columna, 16/02/2009)

El cambio de gobierno del 99, frustró las expectativas de aquellos que pretendían confiscar al nuevo liderazgo. A partir de ese momento, poco a poco, un nombre fue creando su propio régimen de visibilidad. De allí se sucedieron movimientos populares e indígenas que no repiten la fisiología rastrera y de cubito dorsal de las elites tradicionales latinoamericanas, ante el golpe cotidiano del autoritarismo imperial del norte. Por el contrario, lo que se levanta desde abajo, es la relación abierta de nuevas composiciones sociales de los sectores y clases subalternas que conforman los distintos estratos de la multitud y sus realidades heterogéneas, que ahora contestan en voz alta ante el poder del capital. Al mismo tiempo que en su interior se entabla un diálogo y una refriega en torno al futuro del proceso en curso. Bastaría con colocar la oreja sobre el asfalto caliente para comprender de qué se trata. El nuevo tiempo histórico que se abre, construye constelaciones de momentos estelares, que de no ser aprovechados por las fuerzas sociales emergentes, quedarán subsumidos a favor de las corrientes conservadoras visibles o subterráneas. Las nuevas figuras políticas, léase por ejemplo, los consejos comunales, o los diferentes grupos con trabajo no partidista en las parroquias caraqueñas, obligan a pensar los dinamismos de la política desde también nuevas configuraciones conceptuales. Se abre de este modo extenso, un conjunto de interrogantes (un interregno histórico) desde el momento en que entra en crisis el poder orgánico de las clases dominantes. Los tiempos de crisis lo son también de tormentas, conflictos, transiciones y cambios. Ello exige un tratamiento conceptual abierto que se aleje de los socorridos dogmatismos aun cuando estos se transvistan de revolucionarios. La caída del consenso de Washington y la crisis en marcha, nos obligan, sin duda, a acelerar las alianzas y recomposiciones tanto a lo interno como hacia fuera, para fortalecer la nueva hegemonía aun en ciernes. En este contexto es importante señalar lo que dijera Deleuze: "El pensamiento sólo ocurre entre una crisis y otra, en la rendija y de manera perturbadora e inesperada. Hay que tener en cuenta que los paisajes mentales no cambian sin son ni ton, son refractarios a lo nuevo, se resisten y reaccionan ante la presencia de las nuevas subjetividades. En épocas de cambio afloran capas muy antiguas de ideas, mostrándose tal cual son, pues se abrieron paso por formaciones discursivas que las tenían encubiertas". Así por ejemplo, se hacen visibles formaciones fascistoides; pero también se producen curvaturas de estos mismos discursos que penetran y se encubren encubándose al interior de las subjetividades emergentes. Por eso, desde la voluntad política de los nuevos sujetos ha de surgir de cuando en cuando, propuestas y acciones afirmativas con carácter estatuyente. Actos que restituyan, desde la movilización de la voluntad política común, la brújula del rumbo del proceso, la legitimidad de su liderazgo. Lo que es lo mismo a jugárselas en la afirmación de un camino. De manera que la reacción opositora ante la propuesta de enmienda, no es otra cosa que la esperada y predecible tensión ante un curso que desplaza las máscaras y los disfraces y deja a los discursos y a los sujetos al desnudo, colocando las cosas en su lugar: Por un lado los insumisos e insurgentes que queremos responder a favor de los cambios revolucionarios y por el otro, los que raspan sus rodillas en procesiones mediáticas a favor de la desigualdad y los privilegios de clase. Los chinos dicen que las revoluciones son movimientos incesantes en donde el río muele al molino.

jueves, 5 de febrero de 2009

Recuerdos (La Quinta Columna, 05/02/2009)º

Recuerdo que era jueves como hoy, aquel día de 1999. El recién electo presidente, Hugo Chávez, aún no había sido proclamado por el Congreso. Se encontraba en La Viñeta organizando su gabinete. El anuncio de esa mañana fue: Alí Rodríguez para la cartera de energía. En la improvisada rueda de prensa que Mary Pili y yo organizamos, un corresponsal ingles preguntó Cuál sería su primera medida. Alí respondió que viajaría a Viena para convocar a la OPEP. El periodista replicó: La OPEP está prácticamente paralizada, ¿Quiénes asistirán a una hipotética reunión? El ministro respondió con su estilo siempre mezcla de amabilidad punzante con una suerte de sentido común que raya en el humor feroz. "Asistirán los que se sientan convocados". Desmontando de este modo cualquier piquete contenido en la pregunta. Y es que en efecto la OPEP estaba en terapia intensiva. La cesta venezolana se encontraba alrededor de los siete dólares por barril, mientras los costos operativos por unidad estaban muy por encima. De manera que subsidiábamos el petróleo que vendíamos afuera. Honrar los intereses de la deuda externa, se tragaba el 26 % del presupuesto anual y la pobreza abrazaba al 60 % de la población y el 30 % habitaba el sótano de la pobreza extrema. Los "expertos económicos" de Caldera habían acuñado una categoría aun más nefasta: Estado de pobreza alarmante, para calificar a aquellos que no contaban con casa, trabajo y salud. La mortalidad infantil estaba entre las más altas de América Latina y el desempleo rondaba los 18 puntos. Con este cuadro, el nuevo mandatario se estrenaba bajo el manto de las mayores dificultades presentadas por el país durante la era Punto Fijista. En días recientes escuché a un connotado dirigente opositor, hablando de esta forma: "Nosotros, los venezolanos, el país, rechazamos la enmienda… Chávez dejó de lado la agenda social para imponerle al país una agenda política". Enarbolando un discurso fundado desde la prepotencia excluyente y clasista más oscura. Recordé entonces un discurso de Durruti, en respuesta a los franquistas, que pretendían secuestrar a su patria bajo lema: "Rescate del sagrado pueblo español"; diciéndoles: "Si, en efecto, ustedes entienden sagrado, todo aquello que le es útil. Todo aquello que ha sido acumulado, luego de haber sido expoliada a los campesinos y trabajadores. Entiende por pueblo, al alto clero, a las cúpulas de empresarios y terratenientes, los que pretenden eternizarse en el control de todo lo contrario a la dignidad y al reconocimiento de los derechos colectivos de los humildes. Nosotros, porque, en efecto, hay un ustedes y un nosotros; somos la España que ha sido excluida y postergada. Pero también, la que se ha insurreccionado, ha levantado la cabeza para no bajarla jamás, a menos que le sea cortada. Para ustedes hay una sola España, porque nunca reconocerán la vergüenza que implica la existencia de la otra". El argumento de Durruti cabe en esta ocasión, como anillo a la medida, ante el discurso "unificador" de los dirigentes de la Venezuela de los privilegios Punto Fijitas. Los que consumieron para sus fines, durante décadas, la renta petrolera de todos; los que hicieron del país un paraíso para algunos, los que añoran los tiempos en que ser pobre no sólo era una desgracia, sino también una vergüenza, porque desde el poder se les trataba con desprecio. Ellos, los arrogantes de siempre, los que creen que el pueblo es solamente una referencia estadística, hoy quieren mostrase como la única opción, la legítima y verdadera. Pero esto choca con un problema, un escollo más sólido que la roca de un muro: Nosotros.