jueves, 29 de octubre de 2009

El Súper Hombre (La Quinta Columna, 29/10/2009)

Enseña Zararthustra: “Voluntad es el nuevo nombre de la alegría liberadora, así se llama el mensajero de la alegría que en el querer crea y anuncia nuevos valores”. Voluntad de poder es voluntad de crear una nueva verdad que como dijera Nietzsche, “aceche y ponga en peligro a la verdad establecida”. Es una fuerza activa que libera de toda potencia reactiva y que llega hasta el final de su propósito construyendo devenires que superan la decadencia de las cosas. “Lo he deletreado en todos los sentidos, por el final y por el principio. Es el arte de la filigrana, es un sentido del tacto y de la comprensión que permite al instinto distinguir el matiz, lo que caracteriza a la nueva voluntad, que hace posible el poder sobre una negación y una afirmación nunca reactivas”. El eterno retorno de esta voluntad sobre sí misma, es la que asegura cualquier transformación de la negación en voluntad de afirmación. Dirá Deleuze, “El poder de la voluntad de afirmarse sobre las miserias del dolor, es la suprema metamorfosis dionisíaca y constituyen la cumbre de la doctrina del eterno retorno”. El hombre activo y libre se hace Prometeo desde Dionisios. Hombre que responde sólo a la autonomía de su goce y de su libertad. No se trata entonces del individuo responsable, el de la moralina burguesa: Cauto, temeroso, ordenado, disciplinado y obediente. Se trata de un ser consciente de su responsabilidad en relación con la conservación de su libertad y de allí, capaz de hacer cualquier sacrificio, aunque pase por la paradoja de poner en peligro su propia libertad individual inmediata. Este pensamiento coincide con Spinoza y cómo entiende la salvación: La superación de la concupiscencia a favor de la generosidad. Es decir, reconocerse genérico, como parte de un género y desde allí construir el goce y la libertad, sin que ello implique ningún dolor o sacrificio. El Súper Hombre es un hombre nuevo, responsable de sí mismo en los otros. Darse a los demás como goce supremo, pues no hay mayor libertad que no sea la alegría de vivir instalado en el goce autónomo de la voluntad, en el goce del otro. Es a esta visión de la vida, lo que se conoce como vitalismo nietzscheano. Una visión del mundo constituida de tal modo, no admite tristeza ni resentimiento. En una oportunidad le pregunté a mi amigo Diego Salazar, hoy lamentablemente fallecido, cómo había soportado 8 años de cárcel sin frustración ni resentimiento. Entonces me habló de las convicciones, la esperanza, la alegría y los sueños compartidos. Años después, le hice la misma pregunta a mi maestro Toni Negri, cuando recién salía de una prisión de máxima seguridad. La respuesta fuera la misma de Diego. “Sólo una subjetividad política que se entronque y haga carne y cuerpo con la alegría como voluntad de poder, como potencia del existir y del actuar; que celebre el experimento maravilloso de la vida desde una filosofía de la plenitud, es potencia revolucionaria”. Tal vez Toni lo expresa de mejor manera en forma verbalizada. Pero tengo la certeza de que los campesinos masacrados en Yumare o los asesinados del 27 y 28 de Febrero del 89, también lo sabían. Sin ánimo de ponernos lúgubres, lo experimenta en carne propia el que vive un sancocho callejero, o la cerveza “espontánea” que aparece en la mano de todos después de la reunión; en el momento en que nos ponemos a cantar y a cortejar a una dama. Es el devenir común del comunismo de la vida cotidiana, lo que Max gustaba en llamar socialismo, el lugar donde mora el goce de ser libres, conduciendo el dejarse llevar por el río del devenir de ser con y en el otro. Un devenir activo distinto de la soledad que conocemos. “Entonces el pastor corta la cabeza de la serpiente y ya no es hombre ni pastor y ríe como nunca un hombre había reído sobre la tierra. Otro devenir, otra sensibilidad: El Súper Hombre”.

jueves, 22 de octubre de 2009

Alegría Política (La Quinta Columna, 22/10/09/)

¿Es posible una filosofía práctica? ¿Una filosofía afirmativa que desde la alegría, eleve la potencia de existir y de actuar? ¿De ser así, podemos instalarnos en ella para aprender a vivir y en fin, ir viviendo de vez en cuando? Para Dionisios, el dios griego, la vida no necesitaba ser justificada, no tendríamos que ganarnos la vida, sino experimentarla como permanente alegría. Así, hasta el dolor sería parte de esa experiencia. Del mismo modo, la política no sería sino un, tal vez, elevado modo de expresión de la alegría como sustancia constitutiva de la vida. “Modo que intenta superar los dolores más arduos”, dijera Nietzsche (a quien de alguna manera homenajea esta columna, por el solo hecho de andar cumpliendo años por estos días). Los que hacen política del martirologio, del sufrimiento, tienden a ser representantes del resentimiento y la venganza, eso lo vemos siempre en las opciones perdedoras de los movimientos opositores de aquí y de cualquier lado, sean de derecha o de izquierda. Por el contrario, recordemos los mejores momentos de Chávez y sus triunfos. Ocurrieron y ocurren cada vez que convoca a la esperanza, a saltar hacia delante superando los horrores del dolor, como cuando llamó a constituyente en las elecciones del 98. De manera que no se trata de un gracioso ejercicio de ociosidad intelectual, el llevar acabo una reflexión sobre las premisas que nos mueven. ¿Son la alegría y el placer, el goce de existir y la realización afirmativa del deseo? ¿O por el contrario, el resentimiento, la duda, la carencia y la venganza que niegan desde la envidia y las bajas potencias las pasiones alegres? Hacer política desde el primer minarete lleva a la libertad de aquellas alegrías que nos son comunes. Hacer política desde la acera de la carencia conduce al fascismo. ¿Será una casualidad que algunos sectores hagan política apelando a la muerte, la huelga de hambre, la masacre, el paro, el golpe? ¿Avanzamos cuando pensamos que la revolución es un acto de justa retaliación histórica, en la que los malos son finalmente castigados? Para los dionisiacos, la política es la forma estoica extrema de afirmación, que enfrenta todo sufrimiento pues lo lee como forma maldita que niega y contradice la sustancia última de la vida. Para Nietzsche, la vida es un camino hacia la santidad ininterrumpido por el dolor y la tristeza, pero hay demasiadas razones para bajarse de la cruz y desde Zarathustra, “buscar siempre una afirmación más elevada que la simple reconciliación que se sustraiga de las contradicciones de la vida, haciendo llegar mis bendiciones de mi amor y mi alegría erguida en lucha, a todos los extremos, a todos los abismos, a todos los dolores, a todos los demonios que me agreden, a todas las dificultades de lo trágico que van a ser vencidas pues afirmación es alegría”. La lucha de Dionisios es una odisea olímpica de héroe y su tarea, no la tragedia asqueante producto de la venganza de un resentido. Porque lo que mueve la aventura de Dionisios no es el miedo, el proteger la propiedad, por ejemplo, y su expresión patológica: La rabia y la tristeza. “El héroe es alegre y vive feliz hasta cuando enfrenta el dolor que le propinan los tristes y resentidos, esto es lo que han ignorado hasta ahora los autores de la tragedia”, afirma Nietzsche. El castigo supone que quien sufre paga con pena y redime su culpa. Nada más lejos de Dionisios. El sufrimiento es un ultraje revulsivo que crea conciencias infelizmente hostiles contra el cuerpo y sus goces, esto siempre es un medio de negar la vida. Aquel que convoca al sufrimiento es un reaccionario que existe alejado de la riqueza estimulante de un Nietzsche subversivo que restituye la vida a su lugar de una manera “mal-dita”; o lo que es lo mismo, diciendo las cosas de otro modo, restituyendo a la palabra su don salvaje: Revolucionario.

jueves, 15 de octubre de 2009

La Paz de Obama (La Quinta Columna, 15/10/09)

Algunos quedaron estupefactos por el premio Nobel a Obama, pero comienzan a despejarse las dudas. Este era el presidente que Estados Unidos necesitaba. Con Bush fue demasiado, se les pasó la mano. América del norte necesita un descanso para que siga pasando lo mismo, mientras su clase media duerme el sueño infeliz de su mala conciencia. Ya nos se trata del extremo de un fanático religioso enloquecido; un vaquero texano bruto. Obama se parece más a Reagan de lo que la gente cree, pero a diferencia del republicano, el negro se las trae, es un actorazo que lleva a cabo el papel de presidente al detalle, a tal punto de que mucha gente hasta cree que él manda. Algún sesudo analista dijo alguna vez, que la única diferencia entre un presidente norteamericano republicano y otro demócrata consistía en que el primero hablaba directamente con Dios; como el caso de Reagan o Bush; mientras que el segundo consultaba a las transnacionales del complejo industrial militar. No por casualidad el mayor número de invasiones militares se ha llevado a cabo durante gobiernos demócratas, con contadas excepciones de presidentes republicanos que han sacado la cara para defender la honrilla en tan infame asunto. Tal vez por eso, el Nobel de la Paz a Obama no sea tan traído de los pelos. Sería una estrategia europea para poner un freno tempranero a las pretensiones del guerrerismo imperial. Recordemos que venimos diciendo que se trata de un Oreo cookie en La Casa Blanca, negro por fuera blanco por dentro y envuelto en un delicioso discurso liberal que encubre la verdad: La continuidad de las políticas de Bush en su segundo período, en lo referente al compromiso de Washington con El Pentágono, pero de una manera más discreta. De este modo, el Nobel serviría por un tiempo para exacerbar las contradicciones, mostrando a Hillary por un lado, con un discurso duro y pragmático, y por el otro a un Obama candido, preñado de buenas intenciones que no hace más que racionalizar sin estridencias lo que la anterior administración hacía con petulancia y torpeza. Por ejemplo, ya salieron 13 mil nuevos soldados para Afganistán, de un total de 21 mil, sin tomar en cuenta los contratistas y los otros 11 mil soldados de apoyo que les acompañarán y que reforzarán a los 70 mil ya presentes en ese país; la cifra más alta de efectivos militares estadounidenses desde que comenzó la guerra contra el talibán en 2001. Del mismo modo tiende su mano a Chávez, mientras rodea a Venezuela de bases militares. El reto del nuevo jefe de la barbarie, es que las conclusiones de la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático no caigan en saco roto y que de una vez por todas se reduzcan las emisiones de fluoruro carbono, y CO2, es decir que las transnacionales de los transgénicos y de la ecología no se salgan con la suya; el desafío es que EEUU reduzca su presencia militar en el mundo, la cual alcanza ya a 123 países. El punto está en ver si es capaz de forzar la paz en el medio oriente sin inclinar la balanza a favor del sionismo. Lo que está por verse es si se decide a favor de la reducción del gasto militar que asciende a dos veces y media el de China, Rusia, Inglaterra e Israel juntos. Un portaaviones nuclear está costando unos 6 billones de dólares, el equivalente a la inversión necesaria para acabar tal vez para siempre con el hambre en África, lugar de donde vienen parte de sus genes. El momento está para que decida acabar con el atroz e infame bloqueo a Cuba, sin condiciones. Por eso, coincido con los que dicen que el premio Nobel de la Paz para Obama, no es una careta que le permite actuar, por el contrario, es un conjuro que lo deja al desnudo mostrándolo como lo que es: Un caballero de la guerra. Los gringos lograron el milagro: Cultivar in Vitro una marihuana y un presidente transgénico.

jueves, 1 de octubre de 2009

África (La Quinta Columna, 01/10/2009)

Nunca dejamos de contar historias y en la medida que lo hacemos vamos actualizando los presentes y dibujando las curvas de los devenires. Hacer posible un mundo nuevo pasa también por tocar y sentir la piel de los mitos y los ritos del otro, hasta familiarizarse y hacer con él un tejido común. Vernos de frente los que siempre nos ignoramos y nos dimos la espalda a pesar de nuestras coincidencias. La historia que contamos se va haciendo a martillazos, sonrisas, sudor y pulso. A contra corriente, develando lo que hasta ahora había sido sepultado y por ello mismo inhallable. Esta es la operación que construye y recupera lo verdadero. Entendiendo por verdadero un tiempo y un lugar para el encuentro ético. Ante tal formación discursiva de la verdad, la infamia se siente acorralada y pasa a ser una triste figura gesticulante, sin otra estrategia que apelar a todo aquello que descalifica lo verdadero en su significación de contenido; señalándolo de provocación exhibida como escándalo o signo de insoportable arrogancia. Era de esperarse. Así actuaron los medios de siempre, una vez más, escandalizados ante el éxito de la cumbre África América latina. Erguidos como vigilantes universales de su propio y privado “bien común”, como funcionarios de lo que debe ser dicho y de aquello de lo que debe hablarse, los perros de la verdad mediática, se dedicaron todos estos días a descalificar personajes y a restarle importancia a los hechos. Agredidos por la verdad que se va levantando desde el olvido y la infamia, no hicieron más que ladrar palabras que penosamente no llegaron a ninguna parte. En el fondo, estas ficciones mediáticas no hacen más que afirmar aquello que hay de real-concreto en el encuentro de dos mundos que son ya muchos mundos. Ocurre, que pueblos que por años se postraron mansos en su postergación, levantan la cabeza, miran a los ojos y comienzan a elevar el tono de la voz. Los sin rostro, se adueñan de una rostricidad y adquieren nombre propio. Se hacen de voces múltiples, a menudo calladas y suenan como truenos. Este sonido resuena tan brillante que el efecto de luz de la mediática queda opaco y no produce ninguna visibilidad. Intelectuales, diplomáticos y académicos parapetados tras la débil barricada de unos cuantos prejuicios, lugares comunes y consignas de moda van quedando roncos y sin voz. Entonces lo que comienza a pasar es sencillamente maravilloso. Ante nuestro tiempo se levanta otro tiempo. Ante nuestra visión, otro occidente que se ve reflejado en sus orientes. La utopía de una nueva subjetividad política común se abre paso como concreto de una también nueva relación de saber, poder, subjetividad. Este dispositivo, este tinglado, nos demuestra que nada es imposible. Que el capitalismo no es una fatalidad inscrita en el horizonte de acontecimientos de la humanidad. La historia que hoy se cuenta después de Margarita, si somos consecuentes con ella, podría permitirnos hablar en poco tiempo de lo que éramos porque ahora vamos siendo de otro modo, cualitativamente distinto y superior: Un dejar de ser afirmativo. Se va fraguando la mezcla de un mundo pluripolar. Situarse de este modo en la brecha, en la fractura, eso que Nietzsche llamaba la zona de resonancia, resistencia y provocación, es la construcción heroica de un origen que restituye verdades e identidades que proclaman la invención del futuro. A mi me gusta hablar de la libertad y cuando la veo asomarse me pongo alegre. ¿Cómo se logra esto? Poniéndose unos lentes para ver. Esto significa también, cambiar nuestras vidas a favor de historias que hablen de un nosotros que se precipita llenando el vacío, sobre lo que hoy está ausente. Una historia hibrida que actúa como relato, como registro y como práctica transformadora del presente para inventarnos de nuevo.