jueves, 2 de septiembre de 2010

Los Grundisse (A Primera Vista, 02/09/2010)

Venimos trabajando la idea de comunismo y sus posibles modos de ejercicio cotidiano. Hoy que se discute su devenir en comuna, quisiéramos dejar explícito , la visión de Marx, el de los Grundrisse, a partir de la cita hecha por István Mészáros, en "Más allá del Capital", que no tiene desperdicio alguno:
“Según Marx, bajo la división del trabajo que prevalece en la sociedad mercantil, los individuos resultan mediados entre si y combinados en una totalidad social estructurada antagonísticamente sólo a través del sistema de producción e intercambio de mercancía capitalista. Y este sistema está regido por el imperativo del valor de cambio en constante expansión, al que todo lo demás -desde las necesidades más básicas e íntimas de los individuos, hasta las variadas actividades productivas materiales y culturales en las que participan en la sociedad capitalista- debe subordinarse estrictamente.
El sistema comunal concebido por Marx, está en total contraste con esta forma de mediación de sociedad estructurada antagonísticamente que no puede evitar imponérseles a los individuos a través de las relaciones de los valores.
Las principales características del modo de intercambio comunal enumerada en el pasaje de los Grundrisse de Marx son estas:
· La determinación de la actividad de vida de los sujetos que trabajan como un vínculo necesario e individualistamente significativo con la producción directamente general, y de correspondiente participación directa de ellos en el mundo de los productos asequible;
· La determinación del producto social mismo como un producto general, de partida inherentemente comunal, en relación con las necesidades y propósitos comunales, sobre la base de la cuota especial que los individuos particulares adquieren en la producción comunal en marcha;
· La plena participación de los miembros de la sociedad en el consumo comunal propiamente dicho: una circunstancia que resulta tener extrema importancia, en vista de la interrelación directa dialéctica entre la producción y el consumo, sobre cuya base este último es caracterizado legítimamente bajo el sistema comunal, como positivamente “consumo productivo”;
· La organización planificada del trabajo (en lugar de su alienante división, determinada por los imperativos autoafirmadores del valor de cambio en la sociedad mercantil), de manera tal que la actividad productiva de los sujetos particulares que trabajan es mediada no en una forma cosificada/objetivada, a través del intercambio de mercancía, sino a través de las condiciones intrínsecamente sociales del propio modo de producción establecido dentro del cual los individuos están en actividad.
Estas características dejan bien en claro que el punto clave es el establecimiento de un modo históricamente nuevo de mediar el intercambio metabólico de la humanidad con la naturaleza, y de las actividades productivas cada vez más autodeterminadas de los individuos sociales entre sí.
Al mismo tiempo, queda igualmente claro que no es cosa de proyectar sobre la sociedad establecida un conjunto de imperativos morales, por nobles que resulten en su aspiración, como la contra imagen de los existentes. Antes bien, lo que está directamente sobre el tapete es la articulación de prácticas materiales y formas institucionales correspondientes bien tangibles. En otras palabras, la viabilidad histórica del sistema comunal propugnado por Marx -que él definió como la alternativa, sostenida positivamente por esfuerzo propio, a la división del trabajo estructurada antagonísticamente y su relación de valores- puede ser establecida solo si las condiciones de su prevista realización quedan expresadas en términos de tareas concretas e instrumentos que les puedan servir. Por eso Marx criticó siempre la contraposición utópica del futuro socialista al orden real existente como un ideal abstracto al que la realidad tenía que adaptarse”.

jueves, 26 de agosto de 2010

La vIda cotidiana (A Primera Vista, 26/08/2010)

Marx pone de relieve la diferencia radical entre la producción social comunal y la capitalista. En respuesta a Adam Smith, quien ensalza el papel del dinero, en tanto que “mercancía general”, eternizándolo, más allá de su carácter históricamente establecido por la economía política burguesa y por ello, también superable; el autor de El Capital expone lo contradictorio de la idea de “intercambiabilidad general”, pues reduce todo lo existente a valor de cambio. “Una noción evasiva en las condiciones de la sociedad mercantil” y su relación con los valores reales, haciendo todo abstracto y arbitrario. Entonces expone las condiciones nítidamente constantes que van surgiendo y que garantizarían la superación del régimen del dinero: “El intercambio de actividades, de dinero, de valores y de mercancía forman pate de una misma mediación e idéntica relación”, nos dice. Si se presupone que la producción es comunal, entonces se planifica para producir bienes que serán colocados en toda la comunidad. La forma como se produce y se distribuye, así como la relación con la tecnología y sus lógicas. Este es un importante punto de inflexión en la teoría marxista. De este modo, crea las condiciones para la posterior crítica iniciada por La Escuela de Frankfurt alrededor de La Razón Técnica, devenida en Razón Instrumental; en donde el reino de los medios termina por sustituir al universo de los fines. Es decir, el debate sobre la lógica en donde la acumulación y el lucro se convierten en fin en sí mismo y que consiste, en que toda la economía esté planificada, sobre la base de que la producción debe ser mediada inevitablemente por el mercado. La Comuna de Marx, por el contrario, es un cambio de lógica, es otro registro, otro modo de producir la vida material y espiritual de la gente. La comunidad es la base de la producción y no el mercado, entonces el trabajo queda liberado porque se realiza desde y para sí mismo. “A cambio, el trabajador no recibirá un producto específico y particular, como el dinero; será de cada cual según sus capacidades, sus necesidades y su trabajo”. El trabajo se irá vaciando del contenido que tiene ahora, asociado al valor de cambio, las jerarquías y los privilegios y se crearán las condiciones para la igualdad real. El carácter cada vez más social de la producción, facilita la participación del trabajo, en términos de igualdad, en el mundo de la producción y del consumo, para que cada quien pueda tomar lo que le sea necesario. Por eso, Marx hablaba de que el Comunismo es el momento en el que “el cuerno de la abundancia se vacía por igual sobre la sociedad toda”. Las claves de el Comunismo, están presentes en las prácticas colectivas cotidianas, la cooperación, el amor y lo común. Pero no se trata tan sólo del ejercicio de una voluntad ético política, el Comunismo es, en primer lugar, el resultado de las condiciones materiales “producto del movimiento de lo real”. Advierte I. Mészáros que “la revolución socialista no pode ser concebida como un acto único. No importa cuan radical es su intención. Debe ser consistentemente autocrítica, es decir, una Revolución Permanente. Así, el objetivo real de la transformación socialista-más allá de la negación de El Estado y las personificaciones de El Capital- sólo puede serlo el establecimiento de un orden metabólico social alternativo autosuficiente Un orden del cual el capital, con todos sus corolarios, ha sido irreversiblemente depuesto, mediante la apropiación positiva y el mejoramiento progresivo de las funciones vitales del intercambio metabólico con la naturaleza y entre los miembros de la sociedad por parte de los propios individuos autónomos”. Para Marx, el socialismo es, “el reino de la libertad que siembra de comunismo a la vida cotidiana”.

jueves, 19 de agosto de 2010

Acción Directa (A Primera Vista, 19/08/2010)

En su crítica a Lukás (Historia y Conciencia de Clases), István Mésáros habla de un socialismo que sea abolición de la propiedad privada de los medios de producción; “una adecuada imagen de la totalidad”, al liquidar su efecto de superficie: La división jerárquica del trabajo. Esto no se logra por la creación de nuevas formas abstractas de propiedad, como la propiedad estatal, donde los trabajadores son meros acompañantes del proceso; sino apostando por un nuevo modo de producción. Se aproxima a Gramcsi, al postular la necesaria revisión de la experiencia de las comunas y los consejos obreros, entre los que destaca El Bienio Rojo de Turín, de 1920 al 23. El socialismo es, para él, una visión de la totalidad por medio de la acción directa de los trabajadores, en la posesión de la propiedad en términos de Marx; además de la producción, el control, y la decisión; a partir de la posesión (que no la propiedad, ahora en manos de la sociedad, léase bien) efectiva de los medios de producción, para la abolición progresiva pero inmediata de las jerarquías y la división del trabajo. Esto quiere decir, generalización de las tareas, reducción de la jornada, planificación centralizada, pero con participación democrática directa por parte de los trabajadores de La Comuna. “Dado que el objetivo de la emancipación socialista, es la superación radical de la división social jerárquica del trabajo, importa muchísimo cómo pueden las formas de mediación material transicionales, emprender de manera efectiva la tarea de reestructurar el marco metabólico de la sociedad postrevolucionaria”. Así comienza I. Mésáros, el capítulo 19 sobre La Comuna y La Ley del Valor, en su libro Mas Allá del Capital. Advierte: Un fracaso en la puesta bajo control de las fuerzas que reproducen los inocuos parámetros estructurales del capital y su régimen de toma de decisiones jerárquica, condena al socialismo, en el mejor de los casos al estancamiento y al fracaso. Se pregunta: ¿Puede la fábrica ser vista bajo la visión positivista de una supuesta y pretendida “neutralidad técnica”? ¿La empresa capitalista y su lógica, puede producir en y para el socialismo? ¿Cambiar la propiedad privada hacia propiedad estadal es garantía de socialismo? ¿La tecnología obedece a un principio metafísico de “libre intercambiabilidad”? ¿En que consisten entonces las nuevas relaciones sociales de producción? Se responde, que la lógica del socialismo soviético es perversa y profundamente burocrática, porque asegura que la transición se mantenga indefinidamente; y que la lógica burocrática de la división técnica y jerárquica del trabajo, quede intacta en el mundo de la producción al filtrarse completa hacia el partido. La crítica de Mésáros se extiende al texto de Lukás, Presente y Futuro de la Democratización. En donde, según Mésáros, confina la transformación revolucionaria del modelo productivo, “al asunto de una categoría metafísica: La división realista del trabajo entre Estado y Partido. Este es el origen de las elites burocráticas en los socialismos fracasados del Bloque del Este. Allí se puede ser capitalista en la producción y socialista en el reparto; garantizada la operación por la ética de los funcionarios y la dirección vigilante del partido”. La visión de la lógica capitalista bajo el espejuelo de una pretendida “neutralidad técnica” de las fuerzas productivas, hace ininteligible la totalidad del proceso; triunfa el particularismo, al reproducir a perpetuidad la división del trabajo, parte esencial de la producción de Valor de Cambio. Esta miopía apuesta al Estado y deja de lado al Marx de Los Grundrisse: “La organización del trabajo directamente general de La Comuna, convierte en irónico seguir hablando de trabajo en donde hay actividad humana libre y general”.

jueves, 12 de agosto de 2010

Historia de La Libertad (La Quinta Columna, 12/08/2010)

Una idea, es una operación intelectual que media entre lo real y lo simbólico, articulando estratos discursivos, síntesis, acontecimientos, re-flexiones, pliegues. Se sitúa donde es necesaria una explicación. Es eficaz siempre que pueda instalarse en la fractura de lo concreto, para dar cuenta de un problema durante un arco de tiempo. La idea de comunismo, vive instalada como virus o dispositivo de resistencia, al interior de la lógica del capital. De allí su vigencia. Por eso, corre el riesgo de contaminación inmediata cada vez que se despliega. Siente la tentación de hacerse un programa, abandonando su carácter utópico. Abarca un debate que recorre la fibra espesa de la contradicción de base de la sociedad del capital: Explotación vs emancipación; y en este sentido, despliega una paleta de matices que van desde el agrio dogmatismo milenarista de redentores cruzados, que actúan investidos por el espíritu de la historia y a nombre del proletariado, hasta tímidos y rosados socialdemócratas, que se exaltan atemorizados, ante la sola posibilidad de materialización de algo que huela a comunismo. De manera que ni la idea, y mucho menos la práctica del comunismo puede quedar reducida a la experiencia del periodo soviético ruso. La lucha por el derecho al voto, los derechos civiles, la igualdad política de la mujer, los sindicatos, la jornada laboral de 8 horas, la lucha por la paz y cientos de otras banderas democráticas, son el resultado de la idea de comunismo. Las luchas democráticas son constitutivas de su Real, no una casualidad aleatoria. Esta relación entre democracia y comunismo, entabla un dialogo con su posibilidad hoy y ahora. Dice Alain Badiou, que: “El devenir verdad de una idea, es, “in fine”, su puesta en escena. La experiencia de lo real es la práctica, pero no se reduce a ella. La práctica es tan solo un protocolo de entrada a nuevas formas de existencia de una idea, hasta adoptar dimensión política y legitimidad en sus procedimientos de verdad”. En su libro El Estado y La Revolución, Lenin habla de El Estado como acontecimiento. Siguiendo a Marx en este punto, y continuando con lo dicho en sus Tesis de Abril, se cuida mucho al repetir que, El Estado que sobreviene con La Revolución, es El Estado de la extinción de El Estado. El Estado como la organización que garantiza la transición al no Estado. Digámoslo con Lenin, “Un Estado cuyo fin y esencia es extinguirse”. Entonces, la idea de comunismo se sustrae de todas las anteriores, porque proyecta el poder de El Estado, a La Comuna, liquidando en este trance, a la propia forma Estado. Esto es lo que se conoce como: “El momento de la transición”. De allí también la necesidad de un partido. Uno que se reconozca en sentido histórico, pero también en su carácter efímero. El partido-Estado solo puede ser entendido acaso, como un gesto transicional, una ocasión, y nunca como un aparato expropiador de la voluntad. Por supuesto, que no se trata de una operación simple que puede llevarse a cabo de un momento a otro, por capricho o pura voluntad. Su materialización puede llevar muchos años. Precisamente por eso, cada política debe tener el sello de clases de la extinción del viejo Estado y el fortalecimiento de la forma Comuna, como nueva figura histórica de la potencia de una también nueva subjetividad. Llevar a cabo una idea, lo denomina Badieu, “procedimiento de verdad”. De manera que la idea de comunismo no es más que el ejercicio práctico de su propia verificación en La Comuna, “forma política de la emancipación social”, diría Marx. En donde la única “autoritas”, es el propio movimiento del trabajo en su auto emancipación. Fin de la historia como historia de El Estado. Comienzo de una nueva historia, la historia de la libertad.

jueves, 5 de agosto de 2010

Los iguales (La Quinta Columna, 05/08/2010)

La idea de Comunismo es difícil de rastrear. Sin embargo, las investigaciones hablan de dos fuentes posibles: El cristianismo primitivo y otro punto de partida no menos cristiano, las misiones jesuitas de 1.600, asentadas en lo que hoy es la frontera entre Uruguay, Brasil y Paraguay. Se trata de un término que ha corrido la suerte de ser una expresión recurrente en las luchas de los oprimidos de todos los tiempos. Pensemos por ejemplo, en las kooinónias (o colonias) espartaquistas surgidas de los pueblos bárbaros al margen del gobierno de Roma; o las koimas y communitas organizadas en la baja Edad Media, por los socii, para la explotación común de la tierra. En el s. XVIII, el término aparece en el libro, Las Formas de Gobierno, de Victor d`Hupay de Fuveaur, escrito en 1785, 4 años antes de La Revolución Francesa. El texto influirá años más tarde, a Gracchus Babeuf, quien fuera uno de los líderes de la insurrección de La Comuna de París. En su autobiografía afirma, que “esta forma de gobierno ha sido efectiva en distintos pueblos de Sudamérica. Allí trabajan juntos en la mañana y juegan por la tarde”. Esta frase es casi idéntica a una utilizada por Marx en La Ideología Alemana. Babeuf es quien plantea rasgar la bandera francesa y quedarse solo con la franja roja que representaría la sangre del pueblo llano. Asímismo, empleó varias veces la palabra “comunión”, “común”, “comunidad” y “comunismo de los iguales”, para definir el gobierno democrático, ejercido directamente por la gente, recogido en “La proclama de los iguales de La Comuna de París”. Se trata de una palabra compuesta: Es como decir, uno con el otro. “Con y unión”. Es un asunto de etimología pero también de ontología, refiere a una paridad. Un estar con otro, lado a lado. Afirma Jean Luc Nancy, historiador de etimología de términos antiguos, que se trata de una multiplicidad: “Es un uno y otro uno, sin lados y sin partes. Es como decir “conmigo, contigo”. Una juntura, una unidad, salto hacia otra cosa. Dicho en términos de Heidegger, un “mit, co” existencial. Kantienamente hablando, es un estar aquí al lado, con y en términos de iguales en un “ser de nosotros”, colectivo”, y en ese sentido, un ser con otro común”. Marx tomó la idea, para postular un modo de producción de la vida colectiva más allá de la posesión y de la propiedad individual; como una vivienda, por ejemplo. Separando lo que de suyo es necesariamente individual de lo que debe ser colectivo, “allí donde la propiedad sobre la producción aísla y restringe al interés egoísta”. Marx hablará de la posesión que es propia del individuo “que podemos llamar persona”, enfrentada a aquel modo que se “a-propia” del trabajo ajeno por medio del salario, exprimiendo la fuerza existencial transformada en mercancía; “lo que separa nuestra condición individual de nuestra condición común, al enajenar ambas al interés privado de otro”. Se refiere así, a la singularidad de lo privado, que niega la dialéctica privado-común. Ahora bien, no se trata meramente de una cuestión de significante y significado. El significante generalmente es vacío y flotante. Se va llenando de contenido en el aquí y ahora. El signo es un paquete abierto al intercambio en el devenir-acontecimiento de su transcurrir mundano. Va y viene de reenvío. Por eso, se trata de asumir el compromiso: ¿Qué hacer del comunismo en adelante? ¿Cómo recuperar positivamente y en términos libertarios, la carga histórica de errores, aplastamientos, maravillosos aciertos, de las distintas luchas heroicas, de al menos 300 años de historia del proletariado? Entonces, el comunismo es Significación ante todo. Es historia abierta, hacia adelante. Mira hacia atrás para contemplar aquello que fue, lo que debe ser superado. Recupera la libertad.

jueves, 29 de julio de 2010

República Social (La Quinta Columna, 29/07/2010)

No se trata de mantenerse fiel a una idea de manera religiosa. Debemos situarnos en las urgencias emergentes que la hacen vía práctica. Cabe entonces preguntarse: ¿Es el capitalismo una forma “natural” de organización de la humanidad? ¿Se mantendrá de manera indefinida? O, por el contrario ¿Posee antagonismos suficientemente intensos como para frenar su reproducción? A la construcción de respuestas estamos. Por ahora, saltan a la vista al menos cuanto antagonismos: La amenaza de una catástrofe ecológica sin precedentes; la inadecuación de la llamada propiedad privada en relación con las formas colectivas del trabajo vivo; el surgimiento de un “general intelec” de la sociedad toda (nuevas tecnologías de la información, redes, biogenética, etc.); la aparición de nuevas formas de racismo, exclusión, proletarización del consumo y apartheid, en oposición al surgimiento de nuevos dominios de “lo común”. Hablamos de nuevas sensibilidades, sustancia compartida de nuestro ser social, opuesta a cualquier modo de privatización de la vida cotidiana. Sensibilidades biopolíticas, que apuntan hacia la resurrección de la idea de comunismo. Insistir en la igualitaria idea de la emancipación del trabajo, es entender la naturaleza democrática del comunismo. Desde la antigua Grecia existe una palabra para nombrar la intrusión de los excluidos: Democracia. Pero, ¿Cuál democracia? Una vez un periodista preguntó a Gandhi por ella y el sabio contestó: “Una muy buena idea que el mundo algún día debería probar, a ver como resulta, pero para ello debe incorporarse en todos los asuntos y en términos de igualdad a los hoy excluidos. Será necesario abandonar la dominación de castas y de clases”. Entonces, no importa cómo llamemos al acontecimiento que persigue la realización del ideal eterno de justicia igualitaria, comunismo y democracia siempre terminan siendo sinónimos si hablamos con franqueza. A esta verdad histórica le brincan los reaccionarios, con el argumento de la caída del muro de Berlín y el fracaso del aberrante modelo soviético, por cierto, anticipado por muchos comunistas. Bien podríamos responderles con lo expresado por Robespiere, antes de su decapitación, aquel 8 de termidor de 1794, en su histórica autocrítica, frente la utopía malograda y estrepitosamente fracasada de la Revolución Francesa: “Hemos cometido horrores inconmensurables. Nos dejamos seducir por la ambición y la convertimos en excusa para el terror. Para mí ya es tarde, no podré rectificar aunque he cambiado mis ideas. Sin embargo, el anhelo eterno de libertad, igualdad y fraternidad, seguirá guiando la vida y la esperanza humana. La voluntad revolucionaria sobrevivirá persistente a cualquier derrota. Esperará paciente y resucitará, como un espectral fantasma el día de su gloria. Porque existen, puedo asegurarlo, almas incorruptibles, sensibles y puras; con esa pasión tierna y serena, impetuosa e irresistible; ese terremoto que es tormento y deleite de los corazones justos y magnánimos, que sienten profundo desprecio por la tiranía; ese fervor compasivo por los oprimidos; ese amor sagrado e irrefrenable por la patria, que es amor aún más sublime y sagrado por nuestros semejantes. Ese ideal, algún día alcanzarán la meta gloriosa de la especie humana. Sin estos sentimientos una gran revolución languidece y no es más que un estruendoso crimen que sustituye y destruye a otro crimen anterior. Afortunadamente, he comprobado que en el seno más íntimo de mis compatriotas más humildes, hay una luz maravillosa que llena de esperanzas. Son capaces de dar lo que no tienen, lo comparten todo, cada uno es ser común con el otro. Allí reside la generosa ambición de un mundo nuevo: Establecer aquí y ahora, en la tierra, la primera República Social del mundo”.

jueves, 22 de julio de 2010

Democracia y Comuna (La Quinta Columna, 22/07/2010)

Alguna gente, afortunadamente unos pocos, opone comunismo a democracia. La propaganda capitalista ha sido eficaz a la hora de asociar democracia y mercado capitalista. Toda una patraña, si escudriñamos en las formas monárquicas y autoritarias que dicha formación social prefiere en todo el mundo, antes y ahora. Las expresiones autoritarias son consustanciales al Dictat del capital y a su lógica. El autoritarismo no sólo aflora de cuando en cuando, también está presente en los dinamismos interiores de la división social del trabajo con sus privilegios y jerarquías asociadas al fetichismo de la mercancía (“en el que las relaciones entre personas adquiere la forma de relación entre cosas”). El capitalismo coloca todo bajo el régimen del dinero y el salario, dándole al trabajo una condición inmaterial separada de toda creación. En una revolución, entendida como “la reapropiación y transformación radical, subjetiva y objetiva, de las condiciones de la producción, el intercambio y el consumo por parte del trabajo vivo”; se rompe con la “cosificación”, en términos lukacsianos. Esta es el Marx de los Grundrisse. Aquí habla de la transformación radical de las condiciones del “capital fijo”. Veamos: “El desarrollo del capital fijo indica hasta qué punto el conocimiento social general ha llegado a ser fuerza directa de producción y, por tanto, en qué medida las condiciones del proceso de la vida social misma, ha quedado bajo el control del intelecto general y han sido transformadas de acuerdo con él. Indica, en suma, hasta qué punto, los poderes de la producción social han sido producidos, no sólo en la forma de conocimiento, sino además, como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso de la vida real”. Este es el momento en el que surgen las condiciones de “la democracia radical” de Marx. Cuando el conocimiento general acumulado como parte del poder productivo del trabajador, se hace un “General Intelec”, capaz de unificar la democracia política, la social y la económica, al punto de que ésta se ejerza de manera directa en cada acto de la vida cotidiana. El proceso de producción directa de la vida, puede verse como parte del proceso de producción del capital fijo; sólo que ese capital fijo que ahora se produce, es el hombre mismo. Mientras que en el modo capitalista, el capital organiza su explotación, presentándose fetichizado, asumiéndose a sí mismo como capital fijo contra el trabajo vivo. Desde el momento en que el componente clave del capital fijo es la explotación del hombre mismo, queda socavado el conocimiento social general. El fundamento social mismo de la explotación capitalista es la negación de un “General Intelec”, que de producirse, reduciría el papel que le cabe al capitalista, volviéndolo puramente parásito, al sustraerlo de las funciones de dirección, mando y control. En el capitalismo, el conocimiento es privatizado, separado y jerarquizado, convirtiéndolo en suerte de “renta de la ganancia vuelta sobre sí misma”, impuesta sobre la sociedad toda. Pero, con los medios interactivos globales, la invención creativa deja de ser individual, se colectiviza instantáneamente, pasa a ser parte de “lo común”. Cada vez más, “la propiedad es robo”: Negación de la dirección democrática del trabajo vivo sobre la sociedad toda. Recordemos la lucha por el control del genoma humano: Lo que nos indica el movimiento de lo real, es que las condiciones para el Comunismo, como expresión máxima de la democracia, en tanto que radicalización del control directo sobre cada aspecto de la vida por parte de los ciudadanos, están dadas. Pero no basta con ello, hace falta la voluntad biopolítica de las Multitudes para que democracia, sociedad y libertad sean una misma palabra: Afirmación de la vida y la alegría.

jueves, 15 de julio de 2010

La Libertad (La Quinta Columna, 15/07/10)

La carta de Marx a Arnold Ruge, de 1843, publicada luego en el Deutsch-Franzosiesche Jarbucher, postulaba el comunismo como la suma de todas aquellas prácticas libertarias y anti dogmáticas que apuntalaran el porvenir de “la emancipación del trabajo, como movimiento de lo real en lo concreto; que no precisa apelar a dogmas ni abstracciones. Enunciado de esta manera: “La ventaja del nuevo movimiento estriba precisamente en que no anticipamos el mundo con nuestros dogmas, sino que comprendemos lo que va pasando y de allí inventamos, en cambio, un nuevo modo. Así, descubrimos también un nuevo mundo a través de la superación y la crítica del viejo. Hasta ahora, los filósofos lo creen todo resuelto; han dejado sobre sus escritorios sus ideas abstractas, creyendo que ellas contienen las claves de todos los enigmas y el estúpido mundo imaginado por ellos, sólo tenía que esperar a que palomas ya asadas en el caldo de la sola y única ciencia absoluta, llegaran volando a sus bocas abiertas. Los comunistas no proclamamos principios doctrinarios universales y absolutos, para luego gritarles al mundo: ¡Allí esta la verdad, arrodillaos ante ella! Por el contrario, hurgamos en las prácticas de cada clase para de allí obtener las respuestas”. Más adelante, en 1873, confirmaría su pensamiento al decir que: “La critica de la teología y de la política no puede ser un juego de sombreros, en el que nos quitamos una peluca polvorienta, esperando que nos caiga en la cabeza una peluca nueva. Tan sencillo como esto, los comunistas somos aquellos que apostamos por la práctica de La Comuna, porque no basta con que el pensamiento pugne por realizarse, la realidad misma debe pugnar hacia el pensamiento. Este debe anticipar el porvenir pero no puede imponerlo ni sustituirlo”. De manera que La Comuna no es un deseo o tan solo una tecnología social, es, dice Marx: “La superación de las necesidades de la inmediatez en la esfera cotidiana, a favor de nuevas y radicales necesidades emancipadoras. En eso consiste una revolución radical. La Comuna debe ser el semillero cuando en la sociedad no se encuentran realizadas de manera concreta, tales necesidades radicales. La Comuna es el trabajo en lo concreto, para que la libertad sea la superación de la necesidad”. Más allá del economicismo de algún comunismo pequeño burgués, que postula tan solo la superación de la necesidad contingente, asimilando la noción de igualdad “a cierta forma de distribucionismo que ensalza a la pobreza y se regodea en la miseria y la carencia”, surge Marx: “Hay que ahogar la explotación, superar la apropiación capitalista del valor excedente en la abstracción del valor y entender que la distribución justa es muy necesaria pero insuficiente, pues ella aún está gobernada por los mismos principios del intercambio capitalista inequivalente, medido en mercancías, cantidad y tiempo de trabajo, dado un modo de intercambiar la cantidad y la forma. De manera que la igualdad es tan solo un paso; es la forma embrionaria de la libertad”. Se pregunta uno de inmediato: ¿Qué es la libertad? En el norte de La Paz, Bolivia, hay un grupo indígena llamado Pacahuara. Son una sociedad en donde el único parentesco es el de hermanos, aunque cada quien es cada cual. Tienen como padres a los ríos y como madre un árbol debajo del cual nacen. Se decide en asamblea. Todo es de todos, la producción se lleva a cabo en común y se reparte equitativamente. El conocimiento se transmite de manera abierta. Los delitos comunes se resuelven con trabajo comunitario y viven para organizar fiestas por cualquier motivo. Es curioso que de todo se ríen. Parecen alegres siempre. En una oportunidad estuve por allí. Yo tampoco sé que es la libertad, pero conociendo a los Pacahuara comencé a sentir necesidad de ella.

jueves, 8 de julio de 2010

Afuera (La Quinta Columna, 08/07/2010)

El tiempo del imperio no es un capricho teórico de profetas trasnochados. Es el fruto del movimiento de lo real al interior de las fuerzas del capital. Si algo lo caracteriza, es la subsunción real y formal del trabajo, su disolución al interior de la lógica del capital. Es decir, el evento que coloca al trabajo inmaterial como hegemónico. ¿Qué significan estos dos conceptos? El primero, implica que todos los aspectos de la sociedad quedan subordinados a un solo modo de producción, que ya no sólo es dominante, sino también homogeneizador del mundo de la vida. Se reducen a su mínima expresión aquellos espacios alternativos o distintos a la reproducción del capital. Las relaciones simbólicas que articulan al deseo, quedan ancladas a las discursividades de una suerte de guión. En segundo lugar, la subsunción formal significa que en términos aparentes se mantienen fases independientes, al interior del modo dominante, pero estas terminan siempre recuperadas por la lógica de mercado. Esta tendencia se va haciendo universal y va integrando en una relación sincrónica a las distintas expresiones del capital nacional. Una relación cada vez más universal: Es el capital internacional integrado, tal cual lo planteó Marx. La subsunción asegura al capital el fin del valor de uso, a favor del valor de cambio, y de allíeste horizonte se mueve a la primacía del los capitales de representación, como los juegos especulativos en los mercados bursátiles, por encima de la producción real. Así, cualquier antagonismo que surja en alguna localidad contra el capital, es de la misma manera universal y significa la confrontación con la lógica del capital en su totalidad. De manera que el imperio es la fase superior del imperialismo. Las formas globales del mercado anulan las autonomías, negando cualquier afuera; esta aparente fortaleza, dada por la centralización, se disloca en los momentos críticos, pues la crisis de un sector, afecta los núcleos centrales del capital y arrastra a todo el sistema, afectando particularmente los eslabones más débiles. Esto afianza el carácter global de la dominación, pero también del sentido general e internacionalista de la lucha por la emancipación del capital, vinculando lo local a lo global como nunca antes. La globalización del capital es también la generalización global de la lucha contra el capital. Atreverse a contestar, resistir, construir un afuera, es atreverse a parafrasear las condiciones de posibilidad de un nuevo mundo. El éxodo, la salida, pasa por (corromper) romper con la máquina estatal capitalista, pero hay que ir más allá. Expropiar el poder, por sí mismo no significa nada. Hay que vaciarlo hacia abajo de modo transformado, superando el Dictat del capital, para fundar nuevos lenguajes. Ir a distintas prácticas que hagan otras formas de vida. El gobierno de La Comuna que se hace Estado, implica una tensión permanente y de confrontación; por ejemplo, con las formas burguesas de representación, de división del trabajo, sus privilegios y jerarquías asociadas. Esto pone en vigor de manera renovada, el debate sobre Potencia y Poder; es decir, actualiza y cualifica la naturaleza permanentemente trasformadora y fundadora del poder constituyente, ahora enfrentado a las formas constituidas de la propiedad, a favor de inéditas manifestaciones del trabajo vivo del movimiento de lo real en lo común; es precisamente allí en donde habita y se alimenta ese poder. Allí, en esa ruptura, entre las formas de la propiedad privada, constituida como poder y la emergencia de la nueva forma de objetivación de la clase, devenida en sujeto, surge La Multitud de lo común. Allí se oye crujir al capital. “La Comuna” es entonces, la consigna que genera el paralelaje, lo que articula la nueva Hegemonía.

jueves, 1 de julio de 2010

Común (La Quinta Columna, 01/07/2010)

La crisis económica que estalló en 2008, se va convirtiendo en crisis política. Huelgas en toda Europa, acompañadas de distintas formas de resistencia y desobediencia civil; a lo que se suman pequeños estallidos aquí y allá. Así como los medios desdeñaban, minimizaban y ridiculizaban el cambio climático por considerarlo apocalíptico, ahora, producto de la contundencia de los acontecimientos, se ven obligados a considerarlo. Del mismo modo, la actual crisis comienza a impactar la conciencia universal y reordena las visiones del mundo, poniendo las cosas en su lugar. El debate se torna disyuntivo: Remozar el capitalismo o tomar una vía distinta. Este debate actualiza la discusión sobre la pertinencia de la construcción de un nuevo socialismo. Hace apenas unos años, criticar las desregulaciones, las privatizaciones, la reducción del Estado, así como sus alcances y competencias, era herejía, un disparate para la academia dominante y la mayoría de los grandes medios. ¡Oh sorpresa, Dios sea loado! En días recientes, luego de algunas medidas tomadas en EEUU, para controlar el mercado financiero, Newsweek titulaba con ironía: “Ahora todos somos socialistas”, no sin poner en tela de juicio la autoridad y autonomía del capital financiero. El prestigioso medio norteamericano, aceptaba la necesidad de adoptar controles y regulaciones estatales “de corte keynesianos o socialistas”. Propiedad privada o estatal, decía el comentario, “eso sí, sin llevar las cosas demasiado lejos y llegando a la propiedad común. Eso sería comunismo”. No es sólo el cinismo, también la corrupción del lenguaje, que intentan encubrir, el temor de los medios, a la pasibilidad de que las cosas cambien. No contentos con envilecer términos como “democracia”, “libertad”, “ciudadano”, etcétera, han convertido la idea de comunismo, en una anti-frase. Especie de monstruo maldito al que hay que exorcizar y persignarse al escupir, apenas pronunciada esa palabra. Alrededor de esto, Michael Hardt nos dice: “Hay muchas razones que tornan vigente la idea del comunismo. La composición actual del gran capital y las condiciones de los mercados además de toda la producción y circulación de mercancía a gran escala; alteró y aceleró la composición técnico-orgánica del trabajo. La revolución científico-técnica, confirma esta tendencia, volcando la lógica despótica de la fábrica a la sociedad toda. Esto lo demuestra la forma como se produce y consume dentro y fuera del lugar de trabajo. Se ha borrado la anterior tenue frontera que separaba ambas dimensiones. Esto genera la recomposición de la función productiva, asociándola de manera melliza al consumo, ampliando el horizonte de pertenencia del obrero, a la condición del consumidor. Se trata de dos prácticas en clave de una misma lógica, que paradójicamente masifican la relación común, haciéndola cotidiana. ¿Qué producen y consumen las personas y en que condiciones? ¿Cómo está organizado el consumo y la cooperación productiva? ¿Cuáles son las líneas divisorias que separan funciones y tareas? ¿En qué consiste la división técnica del trabajo y las jerarquías asociadas? ¿De ser abolidas las relaciones de propiedad, cambiarían las condiciones de la producción y del trabajo? ¿Cambiarían con ello las formas inmateriales de producción bio-política de la hegemonía? Al responder estas preguntas, nos contentamos en asegurar, que están dadas las condiciones para el comunismo ya, pero no el de experiencias anteriores. Un nuevo comunismo fundado en la persona y la comuna”. La contradicción sería entonces entre lo común y las otras formas de propiedad. Ya lo decía Marx, “vivir como comunistas, es hacer la vida en común, esto va mas allá de la frase. El socialismo es la práctica cotidiana del comunismo, como movimiento de lo real”.

jueves, 24 de junio de 2010

El Horizonte (La Quinta Columna, 24/06/2010)

La dispersión y disolución de las condiciones de posibilidad de la participación social organizada, es una de las características de la formación social capitalista. El modo de producción de valor es también a su vez modo de unificación de las prácticas sociales, unificación que opera a través de la dispersión del mercado y la homogenización de las prácticas de consumo-forma privilegiada de realización del deseo-, presentado como “participación social”. De manera que expresiones de “las formas históricas de la memoria en su dimensión simbólica”, es decir, de las manifestaciones culturales seculares, serán separadas y aisladas por la subjetividad dominante. Sólo lograrán sobrevivir, si son subsumidas en la recuperación que lleva a cabo la lógica de mercado, que las hace inteligibles a la sensibilidad del consumo. Nuevas maneras de filiación social de las sensibilidades, organizarán el deseo, generando lo que Maffesoli llama “tribus urbanas”. La moda, la intensidad efímera de estar juntos alrededor de una forma de consumo, así como la ocupación territorial en torno a una expresión musical; hábitos de habla, acompañada de toda suerte de puesta en escena y gesto ritual, etc., caracterizan a este momento de la lógica del capital haciendo cuerpo y carne biopolítica en la gente. Ahora bien, ante el poder de la lógica del capital, se erige una lógica otra. Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, lo expresa en su libro La Potencia Plebeya. Adopta el concepto de Multitud aportado por Toni Negri, guardando distancia de las visiones dogmáticas. García Lineras reconoce la potencia de esta nueva manera de mencionar a la clase alternativa al capital. Se trata de un texto que no tiene desperdicios a la hora de comprender el proceso Boliviano y la revolución continental bolivariana, desde un proletariado que se organiza en sujeto, “como potencia plebeya en acción”, que no es ya movimiento espontáneo, sin perder su espontaneidad. Se trata de otro relato. “Hemos trabajado la idea de multitud, como bloque que organiza y despliega la acción colectiva, pues articula formas ancestrales, nuevas prácticas y estructuras organizativas autónomas de los estratos subalternos en torno a construcciones discursivas y simbólicas que dan cuenta de la existencia de una tendencia hegemónica distinta al capital; movimiento tendencial que tiene la característica de variar sus particularidades y diseminar su origen entre los distintos segmentos de las clases subalternas”, dice. La emergencia de la forma multitud, es producto del movimiento de lo real. Es la resistencia material de los pueblos y la construcción de la acción colectiva, es la “forma de expresión ante un modo de producción de la vida”. El estallido de los partidos de izquierda rompió la camisa de fuerza ideológica y ha facilitado el surgimiento de un movimiento de movimientos capaz de hacerse del poder político y proponerse otra forma Estado. “Lo decisivo de La multitud, es que se diferencia de la muchedumbre, que no es más que una agregación de individuos sin necesaria filiación o dependencia organizativa. Va más allá de la euforia inmediata; es un colectivo que expresa la diversidad y que sin embargo consigue la unificación en la entidad colectiva de la práctica, la decisión y la palabra. El poder de intervención de La Multitud tiene su expresión cotidiana en La Comuna y El Partido no es más que una bisagra que garantiza el flujo de información y la organización laxa para convocar y dirigir lo que es ya vida cotidiana. “En París del 68, una pancarta sobre El Odeón, principal teatro de la ciudad, decía: “Cuando la sociedad se convierte en un gran teatro burgués, volvamos a las fábricas, instalemos consejos y comunas y desenmascaremos la farsa de las instituciones”.

jueves, 17 de junio de 2010

García Linera (La Quinta Columna, 17/06/2010)

La dispersión y disolución de las condiciones de posibilidad de la participación social organizada, es una de las características de la formación social capitalista. El modo de producción de valor es también a su vez modo de unificación de las prácticas sociales, unificación que opera a través de la dispersión del mercado y la homogenización de las prácticas de consumo-forma privilegiada de realización del deseo-, presentado como “participación social”. De manera que expresiones de “las formas históricas de la memoria en su dimensión simbólica”, es decir, de las manifestaciones culturales seculares, serán separadas y aisladas por la subjetividad dominante. Sólo lograrán sobrevivir, si son subsumidas en la recuperación que lleva a cabo la lógica de mercado, que las hace inteligibles a la sensibilidad del consumo. Nuevas maneras de filiación social de las sensibilidades, organizarán el deseo, generando lo que Maffesoli llama “tribus urbanas”. La moda, la intensidad efímera de estar juntos alrededor de una forma de consumo, así como la ocupación territorial en torno a una expresión musical; hábitos de habla, acompañada de toda suerte de puesta en escena y gesto ritual, etc., caracterizan a este momento de la lógica del capital haciendo cuerpo y carne biopolítica en la gente. Ahora bien, ante el poder de la lógica del capital, se erige una lógica otra. Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, lo expresa en su libro La Potencia Plebeya. Adopta el concepto de Multitud aportado por Toni Negri, guardando distancia de las visiones dogmáticas. García Lineras reconoce la potencia de esta nueva manera de mencionar a la clase alternativa al capital. Se trata de un texto que no tiene desperdicios a la hora de comprender el proceso Boliviano y la revolución continental bolivariana, desde un proletariado que se organiza en sujeto, “como potencia plebeya en acción”, que no es ya movimiento espontáneo, sin perder su espontaneidad. Se trata de otro relato. “Hemos trabajado la idea de multitud, como bloque que organiza y despliega la acción colectiva, pues articula formas ancestrales, nuevas prácticas y estructuras organizativas autónomas de los estratos subalternos en torno a construcciones discursivas y simbólicas que dan cuenta de la existencia de una tendencia hegemónica distinta al capital; movimiento tendencial que tiene la característica de variar sus particularidades y diseminar su origen entre los distintos segmentos de las clases subalternas”, dice. La emergencia de la forma multitud, es producto del movimiento de lo real. Es la resistencia material de los pueblos y la construcción de la acción colectiva, es la “forma de expresión ante un modo de producción de la vida”. El estallido de los partidos de izquierda rompió la camisa de fuerza ideológica y ha facilitado el surgimiento de un movimiento de movimientos capaz de hacerse del poder político y proponerse otra forma Estado. “Lo decisivo de La multitud, es que se diferencia de la muchedumbre, que no es más que una agregación de individuos sin necesaria filiación o dependencia organizativa. Va más allá de la euforia inmediata; es un colectivo que expresa la diversidad y que sin embargo consigue la unificación en la entidad colectiva de la práctica, la decisión y la palabra. El poder de intervención de La Multitud tiene su expresión cotidiana en La Comuna y El Partido no es más que una bisagra que garantiza el flujo de información y la organización laxa para convocar y dirigir lo que es ya vida cotidiana. “En París del 68, una pancarta sobre El Odeón, principal teatro de la ciudad, decía: “Cuando la sociedad se convierte en un gran teatro burgués, volvamos a las fábricas, instalemos consejos y comunas y desenmascaremos la farsa de las instituciones”.

jueves, 10 de junio de 2010

Potencia Plebeya (La Quinta Columna, 10/06/2010)

El Estado burgués va disciplinando y subsumiendo sobre sí, a todas las demás formas de afiliación que otrora actuaban con autonomía. El Estado es una totalidad. Como tal, despliega su lógica organizadora, que genera una discursividad plástica, que va permeando todos los espacios y negando cualquier intersticio o “afuera”. Más allá de Kant, quien definió al Estado como “unión de personas que se proponen vivir bajo el imperio de la ley”, Marx visualizó que no se trata de un “yo común”, voluntariamente asumido esta concepción reviste para él un carácter ilusorio-; se trata más bien de condiciones históricas, independientes de las voluntad individual, que hacen posible un modo de producción de la materialidad de la vida. Durkheim aceptaba que El Estado es “el órgano mismo del pensamiento social dominante y, sobre todo, de la coerción a favor de la disciplina moral vigente”. Esta violencia legitimada por el conceso, “se organiza en la misma medida en que se disuelven los lazos sociales comunales y tradicionales a favor de una relación centralizada por el andamiaje jurídico político”. Weber afirmó, que la burocracia era el efecto de superficie de la separación, jerarquización y centralización de las funciones por parte de una racionalidad, ahora convertida en lógica, razón y cultura. De allí, en Estado. “Una organización política continua y obligatoria que mantiene dentro de un mismo rasero legal, a aquello que es de origen diverso; que homogeniza y disciplina dentro de la norma obligatoria, a lo que se pretende distinto”. Este dispositivo es en sí mismo, el monopolio del uso legítimo de la fuerza física. “Para ello creará todo un ejército de burócratas también disciplinados, que harán cumplir los fines de El Estado, que se ha hecho fin en sí mismo, autónomo en sí y para sí”. Su propósito no es otro que su propio mantenimiento. “Los burócratas de cuando en cuando, serán sustituidos o corregidos moralmente a fin de garantizar la eficiencia de los fines últimos”. El Estado debe enfrentar toda zona gris u opaca, que genere creencias distintas a sus fines, pues éstas amenazan el principio de Estado; por eso va separando y sustituyendo todo poder originario y constituyente, por el poder del representante y el funcionario: La democracia representativa. Este mecanismo de extracción, obedece a la misma lógica de mistificación y separación del trabajo de su valor. Por eso Marx asegura que “decir Estado es decir capital”, puesto que un modo de producción es también “una forma Estado”, que garantiza condiciones de reproducción de la legitimidad de la estratificación social, que se refleja también como forma de expresión del mismo Estado. Para Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, esta composición genera una mineralización, que llama “capital estatal”. Suerte de relación de poder que regula las permisiones de las distintas áreas sociales, como la económica, la política, etc. Por eso, las disputas de clase al interior de la sociedad, se reflejan en las contradicciones existencia de El Estado, en pugnas, purgas y confrontaciones de élites por el control administrativo de la direccionalidad de las políticas. En tiempos de transición, el Estado se torna espacio crítico, muchas veces contradictorio en su devenir, cuando modo y condición de la producción, se ve confrontado y cuestionado por “formas de expresión” alternativas, que amenazan con convertirse en “modo” que amenaza y antagoniza con aquellas secularizadas. En la medida que van surgiendo experiencias autónomas, singulares en su pluralidad hegemónica; como La Comuna, el Estado cruje su lógica. Una racionalidad otra se instala: La acción directa de las nuevas identidades colectivas, se abre paso desde la clandestinidad de las multitudes. Esta es la potencia plebeya.

jueves, 3 de junio de 2010

Ocultamiento (La Quinta Columna, 03/06/2010)

Ausencia, vacío, opacidad, o una “leyenda dorada” del pasado. Ocultamiento en los créditos televisivos de la verdadera identidad de los personajes entrevistados, disfrazados de doctores y expertos. Pero el asunto está allí como “ente de una actividad paranormal”. Un “Real corporal”, añadirá Lacan. La presencia de la ausencia, diría Barthes. En febrero de 2003, Colin Powell se dirigió al Consejo de Seguridad de la ONU para defender el ataque a Irak. Horas antes, su delegación solicitó que la gran reproducción del Guernica de Picasso, situada en la pared detrás del podio, fuera tapada. Les aterraba que la denuncia a la atrocidad de los bombardeos de la fuerza aérea alemana durante la guerra civil española sobre dicha ciudad, fuera asociada al discurso de Powell. La explicación oficial fue que el telón de fondo era inadecuado pues: “podía prestarse a interpretaciones erróneas”. Pero fue el propio gesto de ocultar, lo que hizo evidente que allí estaba el Guernica denunciando esta vez, la despiadada brutalidad del imperio. Lo sabía Félix B Cañet, padre de El Derecho de Nacer. Albertico Limonta se enteraría de su verdadero origen y abolengo plebeyo, a unos días de acabarse la novela, “cuando Don Rafael habló”. Otra vez el Traje del Emperador. Desnudos por la calle creyendo que nadie se da cuenta. Una suerte de lo que Benjamín llamó “dialéctica en suspenso del ocultamiento”. Pero hasta para ser un buen artista de la ilusión, hay que llevar a cabo el truco en complicidad con la audiencia, si no, de nada vale. Alan Badiou calificó el efecto ideológico de la doble complicidad e identidad, tal cual pasó con Hitler y buena parte del pueblo alemán, como “media intrínseca de la idea común de libertad”; cuando el dispositivo de funcionamiento del pensamiento se adecua a la fuerza, a un discurso y lo acepta, para que la vida pueda seguir funcionando aunque sea asfixiante. Así actúan algunos miembros de la oposición. Predican su credo con tanta fe, que se convierten en fanáticos de sí mismos. Creyentes puros de una parsimonia teatral. Anuncian un “fin del tiempo”; un “tiempo otro” que estaría garantizado por la hazaña de haber unido a los principales partidos de esta fuerza. Algo por lo demás nada nuevo, pues en el pasado reciente también se han unido y de manara más perfecta. Así fue en 2004 durante el referéndum; y anteriormente; contra La Constituyente, y en todas y cada una de las campañas presidenciales. Siempre con la misma oferta, idéntico pronóstico e igual resultado: La derrota. ¿Entonces, cuál es la novedad? Ninguna. Eso sí, siempre el mismo afán por presentarse como distintos y renovados. Escurren el bulto, como vampiro que evita los espejos. La cara de yo no fui, refiere de manera obsesiva a su Otro Yo, a una espectral fantasmagoría que les persigue siempre. Su Otro lacaniano resuella sobre sus pescuezos: Son más de lo mismo, La Cuarta República con rostros maniqueos de caricaturizados demócratas que pecan por exceso. ¡Dios mío, es que no entienden que nadie en el mundo es tan, pero tan demócrata! Entonces sobre viene la inevitable sospecha. ¿Farsa? Inaudita positivación por remozamiento y maquillaje, de una negatividad. Especie de mueca de Guazón, disfrazada y transfigurada en reina de belleza. Hacen recordar unas geniales líneas de Sherlock Holmes, en Silver Blazer: “¿Existe algún otro detalle acerca del cual deseará usted llamar mi atención? Preguntó Gregory. Entonces Holmes contestó: ‘Sí. Acerca del curioso incidente del perro durante la noche’. Gregory exclamó perplejo: ‘¿El curioso incidente del perro? Pero si anoche el perro no hizo nada’. ‘Es precisamente ese el curioso incidente’, contestó enfático Holmes”. Hitchcock también logró personajes aparentemente racionales, pero llenos de incongruencia.

jueves, 27 de mayo de 2010

¿PPT? (La Quinta Columna, 27/05/2010)

El Buen Salvaje roussoniano, queda reducido, en El Discurso Sobre La Igualdad de Los Hombres, a la categoría de ciudadano. “Ya ilustrado, ahora no puede prescindir de leyes y magistrados, porque no volverá a la selva a ponerse de rodillas, a comer raíces y bellotas…el poder natural de la fuerza y la capacidad de persuasión del primer ocupante, además de una cerca convenientemente bien dispuesta, convenció al Buen Salvaje, de que tal ocupación le hacía ganar la garantía de nuevos derechos”. La propiedad, al fundar el sentido de la norma, su racionalidad; consagra también el modo extenso de su uso: “Mientras más extraños, resentidos y enemigos de nuestros semejantes nos hacemos, menos podemos prescindir de ellos, dada la división del trabajo en la actual sociedad. Entonces, la igualdad es ilusoria y hace falta un cuerpo de regulaciones que nos torne uniformes al menos en su obediencia; porque desconfiados como somos de la bondad de nuestros congéneres, ya que nuestros intereses se hacen pasión que nos divide, y sólo logramos reconocernos en los afectos de unos pocos con intenciones idénticas; entonces necesitaremos de un cuerpo de leyes, y de gendarmes del orden a todos los niveles, que las hagan cumplir, so pena del castigo por su infracción. El derecho implica el miedo a infligir un razonamiento detrás del cual hay un derecho y una propiedad que defender”. Esto lo encontramos en el capítulo de El Contrato… llamado: De La Sociedad General del Género Humano. Suprimido luego de la primera edición. Libertades civiles en relevo de la ley natural, base normativa del derecho positivo burgués. ¿Cómo equiparar fuertes y débiles; pobres y ricos? Nada mejor que un pacto: Aceptar que somos iguales ante la ley. “Ser propietarios para ser responsables. Ser responsables para ser ciudadanos. Ser ciudadanos para ser libres”, decían las primeras constituciones liberales. Sus defensores siguen repitiendo que civilización es igual a derecho civil: “Al ser propietario de mis derechos, soy lo que tengo y no soy víctima de nadie”. Nunca se les ocurrió que más bien, era importante eliminar la condición que crea la fuerza y la riqueza como base de la desigualdad: La propiedad. Por eso Marx, desde Spinoza, en su Crítica a La Metafísica del Derecho, afirma que, el derecho igual, consagra y naturaliza el derecho a una sociedad desigual. “¿Entonces los comunistas preconizan un derecho desigual? No, por el contrario, apostamos por una sociedad de iguales, cuya única desigualdad sea la ley natural; y de allí un derecho que consagre a ambas condiciones”, decía; a distancia de Hobbes, Locke y Rouseau, pues para ellos la ley es en primer lugar una suerte de ‘sensibilidad’. “Un acto puro de pensamiento”, que se matiza en facciones que surgen en el debate público. Individuos éticamente iguales (id-éticos), que configuran grupos, “asociaciones parciales de pasiones humanas”, que se toleran, estimulan, reconocen y disputan argumentativa y racionalmente entre ellos; aunque en última instancia, pretenden resolver sus diferencias en la síntesis social de una voluntad general expresada en un contrato que se renueva al infinito. El conflicto surgido de los intereses en pugna, se resuelve de manera absoluta, por la mediación, a través de la representación de la fuerza de todo poder originario. El poder constituyente es transferido a un aparato que se asume unidad de contrarios hegelianos y eternos, que consiguen armonía y reconciliación en el diálogo institucional, facilitado por El Estado burgués moderno y su corolario político: La democracia representativa. El Parlamento, no es más que su expresión materialmente secularizada. Renovar esta fábula, aferrarse a esta mitología, a esta fantasía y confundirla con la esperanza, es el fundamento del reformismo del PPT.

jueves, 20 de mayo de 2010

Parlamento (La Quinta Columna, 20/05/2010)

Locke escribe sobre el Gobierno Civil y allí afirma que “cuando un número de hombres, por el consentimiento de cada individuo, hace una comunidad, con ello convierte esa agrupación en un solo cuerpo, con facultades para obrar como tal, por la determinación voluntaria a la mayoría. De este modo, cada individuo, al convertirse a la forma de un grupo político bajo un gobierno; se coloca así mismo un compromiso para con los otros miembros de la sociedad, de someterse al designio de la mayoría y ser obligado por ella”. Este es el principio del Gran Relato de la tolerancia y el consenso. Es la racionalidad de la política práctica, fundada en el reino de los medios y los fines: La delegación del poder soberano, transferido a un grupo de representantes, que, de ser mayoría, actuarán de buena fe, en nombre de la totalidad general del “interés común” de la ley práctica. Surge una nueva superstición: La legitimidad, reducida al rigor metafísico del número. La democracia pasa a ser un conjunto de procedimientos, una magnitud que dura un tiempo arbitrariamente establecido. Desde La Fundamentación de La Metafísica de Las Costumbres; de Kant, hasta Leibniz, pasando por Condorcet y su afán por converger razón, progreso y felicidad en un solo proyecto inmanente; llegamos a una mala lectura por literal e interesada, de JJ Rousseau y su Profesión de Fe del Vicario Saboyano. Allí se postula, que los legisladores y magistrados deben ser como los dioses o los extranjeros, una suerte de aliens ilustrados “que prefiguren la bondad de dios”; que se eleva como voz o conciencia moral de la sociedad, representada en un Contrato Social. Así, aparece la doctrina del poder del Estado separado de la fuente de toda soberanía: El pueblo. Claro, para su momento fue un avance en comparación con la monarquía. Como es costumbre, dichas ideas fueron sometidas al rigor de la lucha hegemónica, y se impuso una versión inclinada a la derecha, que dejó de lado aquello que como contrapeso, también postuló Rousseau en torno a la propiedad privada como origen de todos nuestros males. El modo de derecha se secularizó en el discurso cívico republicano, y es hoy tradición en la cultura política de Occidente. Opción que se pretende universal y totalitaria en los tiempos que corren. Sustrayendo y eliminando todos los ricos aportes sobre la soberanía constituyente permanente, del poder local y la necesidad de un estado comunal. Ideas que son origen del pensamiento político anarquista y marxista. “Evitemos el poder de un estado que se aleja de los ciudadanos; que sólo convoca para legitimar a los jerarcas, sin crear instituciones comunes que vallan haciendo a estos obsoletos por innecesarios; un estado sin comuna termina en manos de unos pocos, que aplicarán nuevas ataduras al pobre para dar más y nuevos poderes a los ricos, destruyendo irrecuperablemente la libertad individual y colectiva, ahora sujeta al interés del poderoso. El colapso de la libertad natural, queda fijado en la consagración de la propiedad como ley natural; y en la desigualdad como mal necesario. Convierte la usura y la astuta usurpación en derecho inalienable, y, para ventaja de unos cuantos individuos egoístas y ambiciosos, sometió a la humanidad entera, a la esclavitud del trabajo y la miseria a perpetuidad. Al desaparecer la igualdad desaparece el principio de representación, pues sólo quedará representado el que tiene cómo hacerlo y los intereses del representante ya no serán universales”. Esta página de El Contrato de Rousseau, se le perdió al libro que lee la derecha y por eso cree que la representatividad es la única forma de democracia. Nunca entenderán la idea del pueblo legislador. ¿Representantes para ostentar un privilegio, o para ir acabando con la representación y lograr la democracia directa?

jueves, 13 de mayo de 2010

Hablar (La Quinta Columna, 13/05/2010)

La importancia de una palabra queda en la afiliación a ella. Depende de la utilidad o eficacia al lidiar un problema, está en su capacidad para instalarse en lo cotidiano, al interior de las cosas, adaptándose a los cambios de la vida. Piensa Rorty, que “la validez” viene dada por “la manera como una idea se pone en escena y organiza la acción de la verdad” como parámetro en donde oscila aquello que debo dar por cierto. Hablar es hacerles la vida imposible a los demás. Es problematizar las cuatro patas del gato, particularmente si no se ofrece solución. Lo saben los taxistas y los barberos, lo desconocen los políticos que tienen como Biblia al positivismo, el hombre común es un ironista en apuros: Entender, interpretar, convertir el lenguaje en un juego; es conseguirle el otro lado a la cosa, al desacralizar al lenguaje; al dudar de todo y de todos, e inventar fábulas sobre actores y hechos; historias donde se mezcla lo verdadero y lo aparente en el estilo de narrar. “Hay que dar con cierta manera de decir las cosas, la intención sin estilo no conduce a nada”. ¿Sabrá Chávez esta verdad del lenguaje y de allí su éxito? ¿Encontramos en sus opuestos este rasgo? Nos movemos nadando con dificultad en la gelatina cambiante y movediza del mar del lenguaje. Tocado, subsumido y hasta pervertido por el campo mediático. Allí “lo real es lo no verdadero”, todo es del orden del simulacro, la apariencia y la reproducción al infinito. No tener conciencia permanente de esta tragedia humana nos hace insensibles, inefables y desplacientes. Nos pone a pensar que lo que decimos tiene algún sentido, es verdadero, será tomado por los otros al pie de la letra; nos coloca, o más bien nos descoloca, fuera de todo evento, de toda temporalidad y por supuesto, es una certeza necia que no nos hace más felices. Recordemos el “por ahora” de Chávez y sus múltiples pulpos. Cómo la frase, de un hombre vencido, en un movimiento irónico del destino, lo convirtió en voz victoriosa. Profetizar el desastre todos los días, no dota de autoridad ni cambiará la suerte política de los profetas. Es el error del martirologio, esgrimido por la izquierda como principal argumento por décadas. La exaltación del miedo, el dolor, el sacrificio, es poco práctico para las masas y aun más para una clase media hedonista y satisfecha. Chávez hizo fácil ser de izquierda con tan solo comprar en un Mercal o participar en una Misión. Ante esta realidad pragmática, el otro bando vive obsesionado, al borde del delirio paranoico, con “el tirano y la separación de los poderes”, algo que no tiene que ver con los tintes disponibles en la peluquería, ni con los títulos en cartelera. La derecha hace difícil seguirla, saben mucho. Se sienten bien jugando al intelectual incomprendido. Les encanta la sentencia, la pompa y el protocolo. “Hablan bonito”. Son demasiado formales y ceremoniosos. Se toman en serio, cuando nadie en su sano juicio toma a ningún político, o se toma a sí mismo en serio. Diría Rorty, en su estilo provocador: ironía, contingencia y solidaridad caracteriza a esta sociedad cínica y escéptica; dramáticamente contingente en el debate. Los que apoyaban el paro del 2002, hacían cola para beneficiarse de la gasolina que el gobierno compraba al exterior. Otra vez la disputa entre los que creen en una sociedad racionalmente fundada, “y confunden la verdad del Ser con la verdad de la ciencia, en el confort metafísico de lo que no tiene ontología, pero intenta fundamentar las ambiciones”; vs. los que enfrentan la contingencia mediante la espontánea solidaridad (unión de las soledades) ante el sufrimiento. Emociones, prácticas y experiencias, contenidas en un “nosotros”, de un relato común no necesariamente conceptualizable. El socialismo es bueno si concreta el deseo de todos.

jueves, 29 de abril de 2010

El Sujeto (QUinta Columna 29/04/2010)

Un proceso de cambios sociales que se reclame a sí mismo de revolucionario, no puede aspirar a otra cosa que no sea la construcción de una máquina deseante hegemónica. Esto es: Fábrica de sujeto. Dicho de otra forma, es el modo extenso y de expresión de una ideología (entendida ésta como campo de representaciones) hecha sensibilidad política colectiva. O sea, discurso y práctica de la vida cotidiana, como fórmula de realización del deseo mudo, con un margen de discrepancia cerrado (es decir, abierto; y éste no es un juego de palabras, una ironía o una paradoja) a un universo de significado comúnmente compartido en una fórmula de consenso, en torno a un conjunto articulado de “permisiones” validas para la convivencia social. Legitimidad, no es otra cosa que corporeidad biopolítica del biopoder de los discursos, cuando éstos hacen carne en el deseo. “La fórmula del sujeto”, su clave de acceso, se encuentra en un tipo de relación; en la producción de los instantes-acontecimiento de una hegemonía. Los efectos-pasiones restallan, desde el modo de expresión de las nuevas formas de enunciación de una subjetividad política colectiva emergente. La manera de decir las cosas, es un indicador de lo que estamos viendo y sintiendo. Un Sujeto, es el momento político de una forma de conciencia; la época de una nueva manera de resignificar. Quiero decir, una distinta forma de ser que se despliega y consolida aspirando a la totalidad de un ser social que conquista la posición estratégica. Laclau entiende que el sujeto no es permanente, habla de “posiciones del Sujeto”, para lograr un mapa situacional de sus momentos y condensaciones al interior de un proceso, sus condiciones discursivas y de materialización real. Por eso, no hay que confundir Sujeto; con partido, pueblo, clase o vanguardia. Se acerca más a la idea de Negri, de Clase-Multitud, si entendemos que es su forma de realización concreta y no tan sólo una aspiración. El sujeto tampoco es una forma de participación. Es el principal producto de una revolución, en tanto que posición discursiva que resuelve la contradicción entre lo contingente y lo trascendente; entre dispersión y unificación. Por eso, es al evento revolucionario, el momento superior, la síntesis no metafísica ni esencialista. Como no es un ser, un espíritu, una esencia o una sustancia, podemos verlo en distintos eventos de la historia, por ejemplo: hace 200 años por toda América Latina; en el movimiento mundial de resistencia contra la invasión a Vietnam; en las luchas de los pueblos indígenas, o el momento pueblo que restituyó a Chávez aquel 13 de Abril. La constitución de un Sujeto será tan permanente o tan efímera, como sea de poderoso el efecto unificador de los signos ideológicos de un proceso, que aspira a vencer la dispersión y contaminación discursiva, del descentramiento que produce la metafísica liberal, que ve en la masificación y mistificación homogeneizante del individuo: “su legítima aspiración, a la realización de una identidad humana esencialista sin distinciones o singularidades”, dirá Laclau. ¿Que está pesada y muy teórica esta columna? ¡Que va! Se acercan nuevas elecciones representativas; cabe preguntarse ¿cuánto aporta este evento, a la promesa básica de construir un Estado social de derecho y de justicia, desde una democracia participativa, protagónica y de corresponsabilidad? ¿Es ese el credo que asumen los precandidatos de los distintos grupos y partidos, o por el contrario, son “la expresión de sus legítimas aspiraciones individuales asumidas en representación de un colectivo?”, como escuché decir a un dirigente. Creo que retomar el debate sobre la constitución del Sujeto, tiene mucho que ver con lo que estamos haciendo o dejando de hacer los revolucionarios en los tiempos que corren.

jueves, 22 de abril de 2010

La Tierra (La Quinta Columna, 22/04/2010)

“Cuando llegue el mesías ya no será necesario porque será muy tarde”. Así de sombrío veía el futuro Edgar Allan Poe. Voces del pasado como los cantos mapuches, la carta del indio de Seattle o las famosas profecías mayas, también nos alertan. El presidente de Bolivia, instaló La cumbre Mundial de Movimientos Sociales Sobre El Cambio Climático, evocando a los ancestros y reivindicando los derechos de la madre tierra, la Pachamama. Descolonizar la atmósfera; garantizar los derechos de todos al aire, el agua, los alimentos y la tierra, no son un pliego de peticiones negociables de un sindicato, son aspiraciones irrenunciables de este estrato superficial de la tierra que llamamos vida. “O muere el capitalismo o muere la tierra”, dijo Morales. La paradoja de esta frase reside en que ambas partes ya están muriendo. El capitalismo opera como un parásito o un virus que exprime a su víctima hasta engullir su último aliento; a costa de su propia existencia. No se trata tan solo de enarbolar las banderas del antiimperialismo y del socialismo. Se trata por sobre todo, de un enfrentamiento radical contra la fuerza de la costumbre. Nada más y nada menos que erradicar un pensamiento hegemónico y sus prácticas asociadas. Una mentalización planetaria que cimentó raíz en la subjetividad y sensibilidad universal de nuestra especie: La modernidad y toda su carga eco-depredadora, a partir de la construcción de un par binario, que actúa como matriz epistemológica organizadora de todo un pensamiento que supone al hombre enfrentado a la naturaleza. La cultura sería el resultado sintético de la razón enfrentada a las fuerzas irracionales de lo otro no humano. Saber, poder, lenguaje y subjetividad constituyen y despliegan el modo extenso y de expresión de una relación de dominio que va desde el control del átomo hasta la opresión y explotación de la fuerza bruta del trabajo. A decir de Max Weber, el capitalismo como relación social unificadora, encuentra en La Modernidad las condiciones éticas que le dan viabilidad. Es decir, crecimiento, desarrollo, confort, bienestar, historicismo, cientificismo, eficientismo, actualidad, burocracia y un largo etc, son el corolario hegeliano de “la odisea del espíritu por la historia”. Pura razón instrumental; o sea, el pensamiento de los medios y los fines eficientes para el logro de un objetivo, sin tomar en cuenta nada más que la obtención de resultados. La posibilidad de vivir de otra manera, queda anulada y suspendida a favor del Dictat del capital. Además, muchos de los que dicen estar en contra del sistema dominante, tienen en el corazón más de lo mismo. Cuando se les interroga a fondo sobre las alternativas del porvenir, suspiran profundo e imaginan un capitalismo social con “rostro humano”. Marx decía, burlándose de esto: “el dinero tiene rostro porque el señor caudales sólo tiene colmillos”. Giusepe Cocco advierte que las formas de lucha contra el biopoder del capital deben ser simultáneamente globales y locales, pero entendiendo por local incluso a la fibra más intima de la subjetividad individual. La crisis actual es una suerte de “interregno histórico”, muy parecido al paso del Medio Evo a La Modernidad. Por tanto, el pensamiento y la acción deben exigirse la apertura a muchas voces radicales y anti-dogmáticas que den cuenta de realidades desiguales y heterogéneas; para tratar de responder la pregunta: ¿Cómo superar al capitalismo, rompiendo con la pobreza y la desigualdad, en condiciones de libertad eco-colectivas? Lenin decía que las propuestas de porvenir deben tomar en cuenta los grandes y los pequeños pasos. Preguntarse siempre: ¿Qué será de la vida cotidiana si se toma tal o cual medida? Otra vez con Poe, “en cada detalle se oye reír al diablo”.

jueves, 15 de abril de 2010

Aprendizajes (La Quinta Columna, 15/04/2010)

Se trata de otro de esos días calientes y largos, como aquel 27-F, en pleno proceso, que nos cubren y que no terminan todavía. Tal vez por eso, seguimos interpelándolo hasta que sus sombras y silencios proclamen nuevas verdades. Marx decía, a propósito de La Comuna de París, que “más aprende un pueblo en un día de luchas que en 100 años de pasividad”, pero he aquí que las enseñanzas del 13 de Abril no han sido completadas todavía. Ahora bien, todo parece indicar que quien menos aprende es la oposición. Por ejemplo: sigue jugando al inmediatismo cortoplacista; no tiene ni presenta proyecto alguno. Se opone a la ley de educación tal cual lo hizo contra la ley de tierras, de manera reactiva y oportunista, sin confrontar la audacia del gobierno con una visión distinta, plasmada en un papel que vaya más allá de la retórica mediática. Por cierto, movilizando a los muchachitos de los colegios privados y de la educación católica; para ahora hablar en contra de la “guerrilla” anunciada por Navarro, como “utilización política de los niños”. Ese doble discurso del sector opositor ofende la inteligencia y la sensibilidad de sus seguidores y les resta credibilidad. Los medios opositores no estudian la lección, no aceptan que uno de los factores detonantes de la rebelión popular fue el encadenamiento y la parcialidad aplastante de los medios, así como la descalificación mediática hacia el chavismo. La ira, la soberbia y la prepotencia que mostraron ayer la siguen mostrando hoy los dirigentes opositores. Esto le dio un indiscutible sello de clase al golpe de estado y se lo sigue dando a sus actuaciones. Así mismo, la utilización de sus seguidores, para justificar el golpe, dotándole un halo y un barniz popular, para desmovilizarlos al día siguiente; en contraste con la actitud de cenáculo exhibida por el liderazgo ya en el poder, sumó a su derrota. Esto, más la actitud represiva mostrada de manera brutal, para tratar de intimidar al pueblo, terminó sirviendo de efecto contrario y desató la furia popular. El espíritu de vendetta, revancha y retaliación sigue presente en el discurso opositor, ahora de manera velada, pero el veneno ya fue inoculado en las filas de los sectores más reaccionarios y atrasados de las clases medias, creando un factor facistoide que presiona permanentemente y que evita que la dirección política de la oposición recaiga en manos de una corriente democrática. Así mismo, permite y justifica la existencia al interior del chavismo, de factores igualmente atrasados, aventureros, falsa y superficialmente radicales. La exhibición vanidosa de los oficiales y de figuras del oposicionismo en los medios, pescueceando para ver quien era más golpista, en contraposición a la posibilidad de mostrar fuerzas militares reales, se transformó en un bumerán que desnudó la debilidad. Durante la noche del 11-A y todo el 12, la arrogancia acompañada de apetencia petulante de poder, en las primeras horas del golpe, fue la nota distintiva, que luego se fue convirtiendo en indecisión; para mutar en abierta y descarada cobardía de sus voceros. El día 13, los canales no hallaban un solo “representante de la sociedad civil y del nuevo gobierno”. Los pescueceadores habían desaparecido. Sus representantes en pantalla fueron Ton y Jerry. Este mensaje que mandó la censura, jugó de efecto perverso al llegar a la gente y someterse a la semiósis social que sufre toda información al ser reinterpretada. La censura hizo evidente la debilidad en el frente opositor y se transformó en euforia victoriosa del movimiento popular, en la medida que transcurrían las horas. Pero la oposición no asiste a la escuela de la historia. Sigue instalada en la doble agenda y es posible que por ese camino, como Chacumbele, se termine dando otro golpe.

jueves, 8 de abril de 2010

El Entusiasmo (La Quinta Columna, 08/04/2010)

Incienso, fruta, tabaco y dinero para honrar a los muertos. Se lanzan dos monedas, las mismas con las que se lee el I-Ching, si alguna cae fuera de un platito colocado sobre la tumba, es porque el muerto sonríe. Así celebran en Vietnam por estos días los 35 años del fin de la guerra imperialista americana que dejó 3 millones de muertos, 300 mil desaparecidos, 100 mil muertos después de la guerra por la explosión de bombas enterradas; pues sobre este país se lanzaron casi 10 millones de toneladas de explosivos y napalm; mucho más de lo que fue derramado sobre toda Europa durante la segunda guerra mundial. Ostentan el record del lugar del planeta más bombardeado nunca jamás. Pero además, también debe lidiar con 2 millones y medio de personas afectadas por las dioxinas, sustancias altamente tóxicas, que producen terribles mutaciones y la muerte por cáncer. Tim Peit, fotógrafo norteamericano en Vietnam durante la guerra, afirma que el pueblo vietnamita fue y sigue siendo expuesto al horror de una guerra que tienen que seguir librando cada día, pues sus efectos aun se sienten. “Padecieron más allá del horror mismo”. Unos 140 mil soldados del norte, acompañados de milicianos del Viet Cong (voluntarios del sur), protagonizaron el 30 de marzo de 1975, la batalla de Danam, provincia cercana a Saigón, la capital. Liberando también La Playa Roja, que 10 años antes habían visto desembarcar al primer contingente de tropas norteamericanas, de los 500 mil que invadieron ese pobre y pequeño país asiático. Después rodearon Saigón y contemplaron el tristemente célebre espectáculo de los soldados americanos, abandonando los modernísimos tanques Sherman y Paton, quitándose el uniforme y corriendo desnudos hasta su embajada. John Valdez, cubano gusano de Bahía de Cochinos, luego asimilado como marine en Vietnam, asegura que la rendición incondicional del gobierno títere y el abandono a su suerte de miles de funcionarios colaboracionistas por parte del Imperio, forma parte de la derrota más humillante que han sufrido los Estados Unidos. Por su parte, Vó Nguyén Giáp, conductor militar de Vietnam del norte, dice en sus memorias: “En la primavera de 1975 nuestro pueblo y su ejército avanzó como un monzón, coordinando ataques y levantamientos. Luchamos heroicamente con rapidez de relámpago, temeridad y sorpresa para el éxito seguro, logrando la victoria en tan solo dos meses, cuando habíamos planificado una ofensiva que creíamos nos llevaría 3 años”. Después de 35 años, este pueblo no pierde el entusiasmo, recuperando 2 tercios de su territorio afectado por las bombas sin estallar y por el Agente Naranja. Desarrolla la industria pesada y construyen desde supertanqueros hasta satélites. Un grupo de periodistas europeos invitados se asombraba la alegría de este pueblo a pesar del trauma y las secuelas de la guerra. A Jholva Ramírez, española, le costó entender a una juventud que trabaja todo el día, luego va a las universidades y después la emprende de farra casi todas las noches, para regresar al día siguiente a la faena con el mismo entusiasmo. Esta periodista preguntó a Ting Hog Lie, una muchacha de 21 años, cómo lograba tal Azaña. La respuesta fue: “No somos americanos. Somos vietnamitas, budistas y comunistas, sufrimos sólo lo necesario. Vivimos instalados en la alegría. Ese es el legado de la guerra. El espíritu de Ho Chi Min. Tenemos que levantar la economía y recuperar al país. Para mí, ese deber es una fiesta”. Es también tiempo bicentenario y de revolución latinoamericana. Ojalá nos sirva el consejo del presidente poeta, el Tío Ho: “Una sola y clara consigna que mantenga al pueblo alegre, entusiasmado y movilizado para la acción. Para que no se desmoralice ni en la más cruel derrota”.

jueves, 25 de marzo de 2010

Lo Indecible (La Quinta Columna, 25/03/2010)

Lo indecible también constituye a lo que debe ser dicho en términos genéticos. Está presente al interior del lenguaje, como un virus latente en una célula, mutando su ADN. Lo indecible no es la incompletitud o la deficiencia. Es más cercano a la experiencia que a la palabra. ¿Pero cómo decir lo que no ha sido vivido? No es lo que sobra o lo que falta. Es lo que no está, lo que no cabe. Lo que se escapa cuando quiero decirlo. Por eso, aquel que habla siempre es esquizofrénico en relación con lo que dice. ¿Habré domesticado las palabras, al punto de decir lo que quiero comunicar? O por el contrario ¿La genealogía de la realidad social desborda por todos lados a lo que quiero decir? ¿Podemos seguir considerando que el cuerpo despótico de las reglas gramaticales, sus presupuestos y atribuciones, es decir, el régimen de visibilidad y enunciación es tal que no deja zonas de umbral y obscuridad? O en otras palabras, ¿Hablé claro? ¿Pueden las palabras, dar cuenta de las relaciones opacas y poco superficiales de la bruma evanescente de los confines de Lo Otro? En el caso del discurso político ¿Este contiene la energía y la corporeidad suficiente para navegar con éxito por las corrientes, los rápidos y meandros del torrente del deseo social? Freud llamaba a la conexión entre la palabra y el deseo, “emoción delirante”. El momento en el que la promesa, el fáustico falso per formativo, contenido en lo por venir de la palabra, toma al cuerpo y al deseo pregnándolo de “esperanza”. Por eso, el entusiasmo es “la fiesta” que se metamorfosea en la lealtad y la adhesión que se produce como recompensa. En un estadio, todos somos amigos cuando va ganando el equipo. Así, la promesa, como el horror, se pega como un tatuaje al cuerpo dionisiaco, que es también del dominio de lo indecible. Lo indecible es, paradójicamente, del orden de la decisión y organiza la acción. Todos se inhiben ante la falta de entusiasmo. Lo contrario a la alegría no es la tristeza, es la cotidianidad. Los grandes sueños humanos se llevaron a cabo, cuando la urdimbre de la historia mínima de la vida cotidiana de cada quien, consiguió significado en la trama de un discurso común, que hizo cuerpo biopolítico con el deseo de la multitud, creando zonas acogedoras de identidad y paralelaje, en donde el Yo cede su puesto a favor del otro, es decir, en función del placer de estar juntos. Fin de lo imposible. Esta es la diferencia entre una convocatoria que se llena, con la que queda vacía. Los que siguen buscando a dios debajo de la alfombra del lenguaje, se equivocan. Dios está en lo que queda, es el residuo de la emoción. Por eso, siempre, hay algo por decir. También por eso mismo, su paradoja: No es necesario decir demasiado. Nadie escucha, desea. ¿Será unidad, candidatos y parlamento representativo lo que reclama el bullicioso silencio de las multitudes? “¿Qué demanda tu indiferencia, cómo pudo decir una frase a tu silencio?” Decía Verlaine. Borges, en este mismo sentido se desanimaba: “Palabras, unas cuantas palabras y has olvidado las palabras”. A veces se habla en lengua extranjera. El secreto para llegar a la sensibilidad política de “las sombras de las mayorías silenciosas”, tal vez resida en escuchar lo que “el silencio delirante”, tiene por decir. “Deleuze habla de la fluidez, del deslizamiento rápido del deseo de un registro a otro, pues detrás del silencio hay mas explicaciones y demandas que preguntas. Invoquemos por un momento la genealogía del acontecimiento, que pone en escena otros enunciados: La emergencia de otra manera de decir las cosas: 27-F; 4-F; 13-A; y cuántas otras fechas que nos dicen cómo habla el silencio, cuál es su humor una vez que se expresa. ¿Será que de vez en cuando hay que sacudir la alfombra para que el silencio transfigure emoción y goce en un grito?

jueves, 18 de marzo de 2010

¿Qué significa? (La Quinta Columna, 18/03/2010)

Deleuze recomienda a la hora de leer un libro, o cualquier otro estrato del mundo, tener presente que no debemos buscar el significante y mucho menos el significado de las cosas. No hay que preguntarse qué quiere decir un texto. “Hay que instalarse en las potencias, en las conexiones, saber identificar qué energías deja pasar aquí o allá, determinado encuentro de conceptos capaces de producir tal o cuál significado”. Significar está estrechamente ligado al hecho de producir instantes acontecimientos de tal magnitud que sean capaces de ser reconocidos como parte de lo real. Lacan decía, que un Real, es aquello que no admite otro significado y que desde allí organiza el significado de los demás conceptos. El resto es parte sobrante, es significante vacío, es decir, suerte de recipientes simbólicos que, como una copa esperan ser llenados. Mientras tanto, parasitan de su significado anterior por precario que este sea, como una tasa de café que en el fondo conserva un residuo. Esta marginal existencia residual es parte del envejecimiento y deslegitimación natural del contenido o significado que van dejando, como el desorden que queda en la cocina después de una fiesta, toneladas de trastos y peroles en donde podemos identificar de qué salsa o pastiche “estaba hablando” tal o cuál utensilio, cuando se encontraba actuando a pleno vigor. De manera que los signos son estructuras abiertas y flexibles de recambio y reenvío, que como parásitos, buscan estructuras discursivas que les actualicen y les devuelvan la vida, a fin de poder sobrevivir a la tiránica relación significante significado. De manera que el significado de las cosas está en su la arqueología y simultáneamente en el devenir de su día a día. Se puede decir que las cosas no son, sino que van siendo. Así, todo significado, cuando entra a jugar al ruedo de lo social, se contamina y se hace inmediatamente ideológico. Entonces, empieza a formar parte de algún campo de representaciones que lo reclame o recupere para conectarlo discursivamente. Creencias, argumentos, aparatos, rituales y procedimientos forman parte de las líneas de visibilidad y enunciación de un significado. Por eso, hoy, un nombre, como cualquier cosa, puede significar algo y mañana su contrario. El significado que logre llenar un significante vacío o flotante, es aquel que sobrevivió a la prueba, a las operaciones de la economía política de las palabras y el silencio, al tsunami de los tiempos de lo que debe ser dicho o es mejor callar; a la deriva de fuerzas que tensan y jalan la línea de un orden de delimitación, enunciación y visibilidad. Es la lucha por el control hegemónico de la realidad, que conduce a una cierta comunidad, a cerrarse al rededor de un consenso en torno a un Real, que puede ser tan fuerte que gobierna todas las demás relaciones. Tal momento, es el de la equivalencia que destruye la proliferación de cualquier sentido suelto; allí surge el significante amo, que nos permite decir: “Esto es verdadero”. Es decir, “lo que queda instalado en la moralidad gruesa de las cosas”. Entonces, hacer política es perseverar en lo que consideramos un saber, por pequeño que sea el espacio que ocupe. Lo deberían saber los políticos a la hora de establecer sus estrategias, antes de montar el potro de las pasiones y las ambiciones, para así adelantarse a lo que podrían ser los futuros probables que depara el porvenir. Pongamos dos ejemplos: ¿Qué significaba Obama antes y ahora, después de las elecciones de EEUU? ¿Qué significó Carmona y Ortega antes del golpe y después del paro? No se trata entonces de ocupar una que otra plataforma táctica. Podríamos cambiar un nombre por otro. Hay que saber, dijera Biardeau ¿Qué es lo que hablar quiere decir? Para tener claro cuando, de qué forma, desde qué significante y adherido a cuál significado.

jueves, 11 de marzo de 2010

El Entusiasmo (La Quinta Columna, 11/03/2010)

Incienso, fruta, tabaco y dinero para honrar a los muertos. Se lanzan dos monedas, las mismas con las que se lee el I-Ching, si alguna cae fuera de un platito colocado sobre la tumba, es porque el muerto sonríe. Así celebran en Vietnam por estos días los 35 años del fin de la guerra imperialista americana que dejó 3 millones de muertos, 300 mil desaparecidos, 100 mil muertos después de la guerra por la explosión de bombas enterradas; pues sobre este país se lanzaron casi 10 millones de toneladas de explosivos y napalm; mucho más de lo que fue derramado sobre toda Europa durante la segunda guerra mundial. Ostentan el record del lugar del planeta más bombardeado nunca jamás. Pero además, también debe lidiar con 2 millones y medio de personas afectadas por las dioxinas, sustancias altamente tóxicas, que producen terribles mutaciones y la muerte por cáncer. Tim Peit, fotógrafo norteamericano en Vietnam durante la guerra, afirma que el pueblo vietnamita fue y sigue siendo expuesto al horror de una guerra que tienen que seguir librando cada día, pues sus efectos aun se sienten. “Padecieron más allá del horror mismo”. Unos 140 mil soldados del norte, acompañados de milicianos del Viet Cong (voluntarios del sur), protagonizaron el 30 de marzo de 1975, la batalla de Danam, provincia cercana a Saigón, la capital. Liberando también La Playa Roja, que 10 años antes habían visto desembarcar al primer contingente de tropas norteamericanas, de los 500 mil que invadieron ese pobre y pequeño país asiático. Después rodearon Saigón y contemplaron el tristemente célebre espectáculo de los soldados americanos, abandonando los modernísimos tanques Sherman y Paton, quitándose el uniforme y corriendo desnudos hasta su embajada. John Valdez, cubano gusano de Bahía de Cochinos, luego asimilado como marine en Vietnam, asegura que la rendición incondicional del gobierno títere y el abandono a su suerte de miles de funcionarios colaboracionistas por parte del Imperio, forma parte de la derrota más humillante que han sufrido los Estados Unidos. Por su parte, Vó Nguyén Giáp, conductor militar de Vietnam del norte, dice en sus memorias: “En la primavera de 1975 nuestro pueblo y su ejército avanzó como un monzón, coordinando ataques y levantamientos. Luchamos heroicamente con rapidez de relámpago, temeridad y sorpresa para el éxito seguro, logrando la victoria en tan solo dos meses, cuando habíamos planificado una ofensiva que creíamos nos llevaría 3 años”. Después de 35 años, este pueblo no pierde el entusiasmo, recuperando 2 tercios de su territorio afectado por las bombas sin estallar y por el Agente Naranja. Desarrolla la industria pesada y construyen desde supertanqueros hasta satélites. Un grupo de periodistas europeos invitados se asombraba la alegría de este pueblo a pesar del trauma y las secuelas de la guerra. A Jholva Ramírez, española, le costó entender a una juventud que trabaja todo el día, luego va a las universidades y después la emprende de farra casi todas las noches, para regresar al día siguiente a la faena con el mismo entusiasmo. Esta periodista preguntó a Ting Hog Lie, una muchacha de 21 años, cómo lograba tal Azaña. La respuesta fue: “No somos americanos. Somos vietnamitas, budistas y comunistas, sufrimos sólo lo necesario. Vivimos instalados en la alegría. Ese es el legado de la guerra. El espíritu de Ho Chi Min. Tenemos que levantar la economía y recuperar al país. Para mí, ese deber es una fiesta”. Es también tiempo bicentenario y de revolución latinoamericana. Ojalá nos sirva el consejo del presidente poeta, el Tío Ho: “Una sola y clara consigna que mantenga al pueblo alegre, entusiasmado y movilizado para la acción. Para que no se desmoralice ni en la más cruel derrota”.