jueves, 15 de abril de 2010

Aprendizajes (La Quinta Columna, 15/04/2010)

Se trata de otro de esos días calientes y largos, como aquel 27-F, en pleno proceso, que nos cubren y que no terminan todavía. Tal vez por eso, seguimos interpelándolo hasta que sus sombras y silencios proclamen nuevas verdades. Marx decía, a propósito de La Comuna de París, que “más aprende un pueblo en un día de luchas que en 100 años de pasividad”, pero he aquí que las enseñanzas del 13 de Abril no han sido completadas todavía. Ahora bien, todo parece indicar que quien menos aprende es la oposición. Por ejemplo: sigue jugando al inmediatismo cortoplacista; no tiene ni presenta proyecto alguno. Se opone a la ley de educación tal cual lo hizo contra la ley de tierras, de manera reactiva y oportunista, sin confrontar la audacia del gobierno con una visión distinta, plasmada en un papel que vaya más allá de la retórica mediática. Por cierto, movilizando a los muchachitos de los colegios privados y de la educación católica; para ahora hablar en contra de la “guerrilla” anunciada por Navarro, como “utilización política de los niños”. Ese doble discurso del sector opositor ofende la inteligencia y la sensibilidad de sus seguidores y les resta credibilidad. Los medios opositores no estudian la lección, no aceptan que uno de los factores detonantes de la rebelión popular fue el encadenamiento y la parcialidad aplastante de los medios, así como la descalificación mediática hacia el chavismo. La ira, la soberbia y la prepotencia que mostraron ayer la siguen mostrando hoy los dirigentes opositores. Esto le dio un indiscutible sello de clase al golpe de estado y se lo sigue dando a sus actuaciones. Así mismo, la utilización de sus seguidores, para justificar el golpe, dotándole un halo y un barniz popular, para desmovilizarlos al día siguiente; en contraste con la actitud de cenáculo exhibida por el liderazgo ya en el poder, sumó a su derrota. Esto, más la actitud represiva mostrada de manera brutal, para tratar de intimidar al pueblo, terminó sirviendo de efecto contrario y desató la furia popular. El espíritu de vendetta, revancha y retaliación sigue presente en el discurso opositor, ahora de manera velada, pero el veneno ya fue inoculado en las filas de los sectores más reaccionarios y atrasados de las clases medias, creando un factor facistoide que presiona permanentemente y que evita que la dirección política de la oposición recaiga en manos de una corriente democrática. Así mismo, permite y justifica la existencia al interior del chavismo, de factores igualmente atrasados, aventureros, falsa y superficialmente radicales. La exhibición vanidosa de los oficiales y de figuras del oposicionismo en los medios, pescueceando para ver quien era más golpista, en contraposición a la posibilidad de mostrar fuerzas militares reales, se transformó en un bumerán que desnudó la debilidad. Durante la noche del 11-A y todo el 12, la arrogancia acompañada de apetencia petulante de poder, en las primeras horas del golpe, fue la nota distintiva, que luego se fue convirtiendo en indecisión; para mutar en abierta y descarada cobardía de sus voceros. El día 13, los canales no hallaban un solo “representante de la sociedad civil y del nuevo gobierno”. Los pescueceadores habían desaparecido. Sus representantes en pantalla fueron Ton y Jerry. Este mensaje que mandó la censura, jugó de efecto perverso al llegar a la gente y someterse a la semiósis social que sufre toda información al ser reinterpretada. La censura hizo evidente la debilidad en el frente opositor y se transformó en euforia victoriosa del movimiento popular, en la medida que transcurrían las horas. Pero la oposición no asiste a la escuela de la historia. Sigue instalada en la doble agenda y es posible que por ese camino, como Chacumbele, se termine dando otro golpe.

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