jueves, 22 de julio de 2010

Democracia y Comuna (La Quinta Columna, 22/07/2010)

Alguna gente, afortunadamente unos pocos, opone comunismo a democracia. La propaganda capitalista ha sido eficaz a la hora de asociar democracia y mercado capitalista. Toda una patraña, si escudriñamos en las formas monárquicas y autoritarias que dicha formación social prefiere en todo el mundo, antes y ahora. Las expresiones autoritarias son consustanciales al Dictat del capital y a su lógica. El autoritarismo no sólo aflora de cuando en cuando, también está presente en los dinamismos interiores de la división social del trabajo con sus privilegios y jerarquías asociadas al fetichismo de la mercancía (“en el que las relaciones entre personas adquiere la forma de relación entre cosas”). El capitalismo coloca todo bajo el régimen del dinero y el salario, dándole al trabajo una condición inmaterial separada de toda creación. En una revolución, entendida como “la reapropiación y transformación radical, subjetiva y objetiva, de las condiciones de la producción, el intercambio y el consumo por parte del trabajo vivo”; se rompe con la “cosificación”, en términos lukacsianos. Esta es el Marx de los Grundrisse. Aquí habla de la transformación radical de las condiciones del “capital fijo”. Veamos: “El desarrollo del capital fijo indica hasta qué punto el conocimiento social general ha llegado a ser fuerza directa de producción y, por tanto, en qué medida las condiciones del proceso de la vida social misma, ha quedado bajo el control del intelecto general y han sido transformadas de acuerdo con él. Indica, en suma, hasta qué punto, los poderes de la producción social han sido producidos, no sólo en la forma de conocimiento, sino además, como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso de la vida real”. Este es el momento en el que surgen las condiciones de “la democracia radical” de Marx. Cuando el conocimiento general acumulado como parte del poder productivo del trabajador, se hace un “General Intelec”, capaz de unificar la democracia política, la social y la económica, al punto de que ésta se ejerza de manera directa en cada acto de la vida cotidiana. El proceso de producción directa de la vida, puede verse como parte del proceso de producción del capital fijo; sólo que ese capital fijo que ahora se produce, es el hombre mismo. Mientras que en el modo capitalista, el capital organiza su explotación, presentándose fetichizado, asumiéndose a sí mismo como capital fijo contra el trabajo vivo. Desde el momento en que el componente clave del capital fijo es la explotación del hombre mismo, queda socavado el conocimiento social general. El fundamento social mismo de la explotación capitalista es la negación de un “General Intelec”, que de producirse, reduciría el papel que le cabe al capitalista, volviéndolo puramente parásito, al sustraerlo de las funciones de dirección, mando y control. En el capitalismo, el conocimiento es privatizado, separado y jerarquizado, convirtiéndolo en suerte de “renta de la ganancia vuelta sobre sí misma”, impuesta sobre la sociedad toda. Pero, con los medios interactivos globales, la invención creativa deja de ser individual, se colectiviza instantáneamente, pasa a ser parte de “lo común”. Cada vez más, “la propiedad es robo”: Negación de la dirección democrática del trabajo vivo sobre la sociedad toda. Recordemos la lucha por el control del genoma humano: Lo que nos indica el movimiento de lo real, es que las condiciones para el Comunismo, como expresión máxima de la democracia, en tanto que radicalización del control directo sobre cada aspecto de la vida por parte de los ciudadanos, están dadas. Pero no basta con ello, hace falta la voluntad biopolítica de las Multitudes para que democracia, sociedad y libertad sean una misma palabra: Afirmación de la vida y la alegría.

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