jueves, 19 de noviembre de 2009

Marcos (La Quinta Columna, 19/11/09)

Las historias de América, caminando van a encontrarse. Madeja intrincada de mapas, geografías y sueños marcados por fechas en el otro calendario: El de los pueblos. La rabia zapatista cumplió 26 años de polémica lucha. Se puede o no estar de acuerdo. En todo caso, “bonito es ver llover y no mojarse”, Allí están, con una práctica que dice y desdice. Escuchemos a Marcos: “El mundo que vale, el real, es el de los medios. Es ahí donde se forma el político profesional. ¿Para qué principios, memoria, honestidad? No son necesarias plataformas políticas o programas de acción, sino un programa de imagen publicitaria y una plataforma de cosméticos. Es en los medios donde aparecen esas miradas a través de las cuales se inventa una realidad desde donde nos asomamos a la América Latina. Y ahí encontramos miradas que clasifican, juzgan y condenan, y miradas que tratan de entender. Miradas suplantadoras y miradas representativas de la “beatifull people”, que pierde la ecuanimidad y equilibrio facial, si se plantean las siguientes preguntas: “¿Cómo se lucha contra la explotación y la pobreza sin redistribuir la riqueza? ¿Cómo se recuperan las riquezas básicas, en manos de las multinacionales? ¿Qué pasa si se realizan reformas agrarias para limitar el poder de las oligarquías terratenientes y se potencia la organización popular de los trabajadores campesinos? ¿Qué ocurre cuando se busca refundar el Estado sobre leyes de autonomía que reconocen la realidad multiétnica de los pueblos indios?” Esta crítica vale también para la izquierda tradicional, tan decente que se parece demasiado a la derecha y que ubican el problema del Poder y del gobierno, como un asunto de caminos (vía pacífica o vía armada, reforma o revolución). El Poder se refiere a preguntas fundamentales: ¿para qué y para quién gobernar? En la sociedad capitalista, la convivencia se resuelve con la imposición de hegemonía (manda el que tiene), y homogeneizando los valores y criterios del mercado. Por lo tanto, el problema del Poder no es si se accede a ellos por la vía electoral o con quien se disputa su titularidad, sino cómo se enfrenta o no a esa hegemonía y a esa homogeneización. Sólo recordemos estas palabras de amarga alerta y esperanza de Walter Benjamin: “Nos hemos vuelto pobres. Hemos ido desprendiéndonos de una porción tras otra de la herencia de la humanidad, frecuentemente teniendo que darla en una casa de empeño por cien veces menos de lo que vale, a cambio de que nos adelanten la pequeña moneda de lo actual”. Afortunadamente hay otra forma de ver la historia de nuestra América Latina, la de la insumisión y la rebeldía. Una parte de esta historia singular es la del imperdonable para los poderosos, pueblo cubano, el último en independizarse y el primero en ser libre en nuestro continente. En la otra Latinoamérica otra historia se reconstruye y no busca absoluciones, redenciones ni perdones. La que camina abajo y a la izquierda anticapitalista. La que levanta una nueva Torre de Babel, no sólo para desafiar al dios omnipotente del dinero y hacerse espacio y respeto en sus diferencias. La que tiene el moreno rostro de los pueblos originarios y las manos de quienes echan a andar las ruedas de la historia con minúsculos pies de mujeres. La del sudor amargo de los cuerpos de obreros y campesinos. Podrán trucar calendarios y geografías, pero el mañana que parirá esta tierra de Latinoamérica no será patrimonio de democracia vacía de pueblo. Por el contrario, será obra de pueblos irredentos que no se conformarán con disparar a los relojes para detener el tiempo de la conquista de su libertad. Arman ya otro tiempo como alternativa. Necesaria será entonces la participación de los que renuncien a ser arriba y para arriba y se conviertan en Nadie, listos enfrentar al Cíclope Polifemo: El Poder capitalista”.

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