jueves, 17 de septiembre de 2009

El Tiempo de Mészáros (La Quinta Columna, 17/09/2009)

¿Es posible liberar al tiempo? ¿Podemos pensar desde este tiempo (de la explotación del cuerpo y del trabajo, la coerción política y la dominación ideológica), otro tiempo como prerrequisito para liberar al cuerpo social y humano de unas condiciones metabólicas que reducen al tiempo a una sola temporalidad? ¿Se puede crear otro tiempo en donde fundarse para vivir y desde donde construir las relaciones humanas? István Mészáros parece encontrar pistas para algunas respuestas, en un libro que se abre en pulpo a multiplicidad de nuevos problemas. Texto fecundo y refrescante; El Desafío y la Carga del Tiempo Histórico: El Socialismo del Siglo XXI; que acaba de ganar el Premio Simón Bolívar al Pensamiento Crítico. Es en esa misma línea, el pensamiento crítico, y como buen discípulo de Lukacs, quien sentía simpatía por La Escuela de Frankfurt; que el ganador intenta abrirse paso en la comprensión de la razón instrumental y sus imperativos categóricos. Los que hoy se imponen como camisa de fuerza que echa raíces al interior de la carne del mundo de la vida hasta lograr colonizarla, creando una nueva corporeidad: El cuerpo biopolítico conquistado por el biopoder. Se trata de un libro para ser leído en clave de Gramsci, Attil József (poeta húngaro), y el Che Guevara. Un teórico, un poeta y un revolucionario que se involucró en todos los terrenos de la praxis. Texto ardoroso y esperanzado, salpicado de poesía y de referencias que logran reencontrar el papel de la teoría al interior del proceso revolucionario. Único camino para entender que una revolución es ante todo y también, una ruptura radical con la concepción dominante en el capitalismo sobre el tiempo, el espacio el cuerpo y el deseo. Pues como dijera Gramsci, citado en este libro: “El tiempo es la cosa más importante; es un simple sinónimo de la vida”; mientras que el capitalismo contiene en su matriz epistemológica fundante, sistemas de dispositivos antagónicos que son contradictorios a la naturaleza misma de la vida y que son insuperables al interior de su propio metabolismo. Contiene en términos genéticos un orden del tiempo que recupera para la producción de valor, al propio metabolismo corporal del cuerpo humano individual y colectivo, reducido a una lógica. Alienando el tiempo múltiple de la vida a su subsunción en un solo tiempo. Es decir, todo el mundo entiende que hay un tiempo de respirar, uno de comer, uno de defecar, uno de dormir, etc. Pues bien, es allí donde en primer lugar se instala una lógica reguladora y ortopédica, que lo reduce todo a una regla que regula los ritmos vitales poniéndolos al servicio del tiempo explotable, bajo una lógica funcional que actúa como opacidad de sí misma, pues supone que su interior contiene un afuera, hoy llamado “tiempo libre”, suerte de recompensa consoladora al manso sometimiento del cuerpo y el deseo; cuando ambos tiempos forman parte de un solo tiempo. No se trata entonces tan solo, de “abolir las actuales relaciones de propiedad de la sociedad capitalista clásica”, se trata también y ante todo, de tener claro que se trata de un ejercicio cotidiano de liberación, pues “hay que extirpar de raíz la dominación y la explotación del trabajo y el dominio del capital como tal. No basta con expropiar a los expropiadores”. Pues el capital es en sí mismo contiene como atributo de su modo extenso, una racionalidad que en su auto justificación hace opaca su incontrolabilidad, su organización del espacio-tiempo por caotización y su violencia intrínseca de la competencia (siempre desleal) contenida en su llamado “espíritu comercial”. Abre el libro con un poema de József: “Ni dios ni la mente, sino el carbón el hierro y el petróleo, la materia real nos ha creado, echándonos hirvientes y violentos… por eso el sonido de toda obra humana zumba en nosotros como un violín profundo”. ¡Bienvenido el pensamiento de Mészáros!

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