jueves, 3 de septiembre de 2009

El Anarquista (La Quinta Columna, 03/09/2009)

La grata visita de Noam Chomsky al país debería también traer la brisa fresca del debate ideológico sobre aquellas propuestas e ideologías que pueden servirnos para reimpulsar el combate contra el capital y sus lógicas. A pesar de sus contraluces, no cabe duda alrededor de su talla moral e intelectual y por sobre todo de su irrefragable postura anarquista abiertamente asumida y defendida. ¿Servirán los aplausos a Chomsky para conversar sobre lo que hay o no de vigente y audaz en el anarquismo, más allá del doctrinarismo dogmático y de las posiciones asumidas como ciudadelas fortificadas, por aquellos que lo descalifican todo porque recibieron la luz reveladora de la verdad? Despachamos de una vez por incomoda aquella frase de Bertrand Rusell cuando afirmaba que “el anarquismo es el ideal último al que debería aproximarse la sociedad si de veras aspira a la libertad”. El anarquismo no es ya aquel pensamiento más bien ingenuo que reaccionaba contra toda y cualquier autoridad, proclamando la destrucción total del estado sin presentar ninguna salida. Charles Weigl, biógrafo y recopilador de Chomsky nos advierte: “Además de asociar el término anarquía a desorden, creemos saber que es el anarquismo y también pensamos que sabemos quien es Chomsky. Por lo que “su” anarquismo sería distinto y decente. Por tratarse de un intelectual serio. Pero no nos atrevemos a hurgar un poco más por miedo a las sorpresas”. Por eso, muchos de los que lo ensalzan y citan desprecian la influencia que Deleuze, Foucault y especialmente Derrida han tenido en su obra ¿Entonces, con los oportunistas que le utilizan por ser un intelectual respetado que se bate contra el imperialismo, consentimos que Chomsky pudiera ser una suerte de anarquista moderno, que habla de anarquía como provocación, cuando se trata más bien de un intelectual cercano al liberalismo? Por supuesto que no, aceptémoslo, Chomsky es anarquista, a pesar de que en ocasiones comparte la importancia de las reformas en tanto que victorias políticas que pueden nutrir al movimiento y servir de dinamizadores del proceso político. Así como de manera sensata le parece bien apoyar a los gobiernos progresistas antes que ignorar su importancia. “Aunque el ideal sea el de construir el tipo de mundo en donde todos participemos por igual sin miedos no jerarquías. En donde las decisiones se tomen directamente y en el que la autoridad, siempre distinta al ciudadano, quede relegada al lugar que le corresponde: una triste esquina o una nota a pie de página de la historia, donde se hable de los días en los que otros decidían en nuestro nombre, hasta que pusimos orden a nuestras vidas y arreglamos las cosas para decidir entonces ser libres para siempre”. Para comprender los usos políticos de Chomsky, es bueno remontarse al Chile de Salvador Allende. Al Chomsky pronunciarse a favor de este, el diario El Mercurio lo calificó de “anarco-comunista que quiere traer a nuestro país ideas extranjerizantes”, mientras que la izquierda radical lo acusó de “anarquista atrasado y anacrónico”. A esto el propio Chomsky contestó: “Es muy simple, así como el marxismo se ha elevado sobre las ruinas del socialismo real, el anarquismo ha crecido y se le ha aproximado al punto de constituir juntos, un espacio del significado como medio para interpretar y cambiar el mundo”. Sigamos con él: “Dentro de una revolución hay distintos momentos revolucionarios. Es un proceso largo y moroso hasta llegar después de siglos a una sociedad que se organiza sepultando al Estado, cosa a la que Marx también aspiró en sus días. Sería ocioso e irresponsable esperar que el anarquismo se instaurara como régimen, pues no lo es, y que surgiera con sólo desearlo. La libertad debe ser un ideal, no una superstición”.

No hay comentarios: