jueves, 16 de abril de 2009

Sólo para marxistas (La Quinta Columna, 16/04/2009)

Advertencia: Si usted no es marxista o es de los que sólo quiere el poder por el poder mismo, no pierda su tiempo leyendo esto. Para Gramsci, el partido es el príncipe moderno, que articula y organiza las pasiones humanas dispersas en una subjetividad política común. Esto significa, el respeto a la diferencia, el debate político permanente y la construcción de un espacio intelectual orgánico común que promueva la proliferación de infinitas esferas organizativas del pueblo, hilvanadas por una sensibilidad y una política también común, capaz de abrigar en su seno a lo distinto, disperso e incluso contradictorio. Ésto garantizaría ganar tanto la guerra de movimiento como la guerra territorial y de posiciones. Da la base, la crítica gramsciana, al libro de Nicolas Bujarin, Teoría del Materialismo Histórico (1921, en donde se habla por primera vez de materialismo dialéctico, términos que nunca fueron utilizados por Marx. Esto es un contrabando posterior). Gramsci en el Cuaderno de La Cárcel número 11, opone la filosofía de la praxis, que liberaría la multiplicidad de prácticas de los sectores subalternos en torno a una hegemonía; al materialismo dialéctico de Stalin, que lo sustraería a un solo tipo de práctica y al burocratismo de un puñado de funcionarios élites. A las observaciones de Gramsci, Stalin responde con una carta fechada en 1923, al Comité Central de La Internacional, sin mencionar expresamente a Gramsci, con un desplante despótico que todavía tiene eco en algunas conciencias dogmáticas. “El marxismo se divide en dos: Materialismo Dialéctico y Materialismo Histórico. Si hay un marxista que no está de acuerdo con ésto, es porque se ha convertido en un revisionista que le hace el juego a las especulaciones filosóficas burguesas y por ello, es enemigo de la Unión Soviética y de la clase obrera mundial. De nuestro materialismo se desprende una sola forma organizativa: El partido y sus frentes”. Desde este momento, se pone en circulación cierta maquinaria que funciona según el modelo jerárquico centralizado, elaborado por Dimitrov y aprobado por el octavo congreso de La Internacional, en donde los frentes populares sustituyen a las organizaciones naturales del pueblo de manera mecánica, a partir de una axiomática muy sencilla: “Así se organizan los revolucionarios”. ¿Por qué?: Porque lo dijo La Internacional del 36, que es marxista (dirigida por Bujarin y Stalin), es decir científica. Esta idea deja de lado a Lenin cuando dice que la organización siempre es táctica, en: “Un frente único de todas las corrientes autónomas obreras, comunistas y socialistas”, de Junio del año 21, tesis avalada por Trotsky y Gramsci. De este modo se positiviza también a la organización revolucionaria, estandarizandola dentro de un solo modelo, que actúa como camisa de fuerza, sobre la rica y diversa experiencia organizativa que desde abajo va surgiendo. Evitando, por ejemplo, que en determinada localidad, se teja una intrincada red espesa de acuerdos solidarios y horizontales que decidan su suerte. De esta forma se “olvida” voluntariamente también, por ejemplo, la experiencia de Turin y los consejos obreros con sus comisiones de fábrica, todo ello sistematizado por el pensamiento de Gramsci y toda la experiencia que dicta el bienio rojo. Entonces se apela a una operación canallesca, se obvia a Gramsci, ya que él es admirado y reconocido; pero se descalifica su propuesta político organizativa acusándola de ultra democrática, espontaneista, filoanarquista y producto de desviaciones pequeño burguesas (no importa que vengan del seno de los obreros industriales más duros e intransigentes con el capital). ¿Por qué? Muy sencillo: No es el modelo oficial y por eso no va a funcionar. Entremos en debate.

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