jueves, 18 de febrero de 2010

La Guerra Eterna (La Quinta Columna, 18/02/2010)

Desde los tiempos del Presidente Truman, por allá por 1918, ya la guerra era considerada como parte de “el principio eficiente” de la economía. “Lo único moral es ganar, inmoral es perder, nos convierte en criminales”, decía. Hoy, la economía Norteamericana pasó a depender casi exclusivamente del gasto militar. Con la actual crisis económica que atraviesa Occidente, la tesis de Bush de prepararse para una “guerra eterna”, se ha convertido en doctrina de Estado. Contrariamente a lo que podría pensarse, los recortes presupuestarios de este año son en salud, educación y otras formas de seguridad social; mientras que el gasto militar se incrementó en más de un 15%, para un país que gasta cerca de 3 billones dólares en este terreno. Esto, sin tomar en cuenta el aumento en seguridad y en una nueva modalidad de transferencia de los recursos públicos al sector privado: los contratistas, suerte de consorcios que se encargan, desde la comida y la lencería hasta “los interrogatorios” y el manejo de las prisiones. Las acereras, la industria del calzado, la textil, la producción agroalimentaria, la petroquímica y cualquier otro ramo productivo, se encuentran hoy al servicio de esta nueva doctrina militar. La apuesta por una pronta y futura recuperación económica va de la mano del incremento de la presencia militar norteamericana en el mundo y de que se concreten operaciones en escenarios como Yemen o Irán. De manera que la proliferación de bases militares como las destacadas en Colombia y la Invasión “humanitaria” a Haití, no son un exceso o error. Forman parte de una política de consolidación de la expansión de “la ayuda e influencia americana en todo el planeta en tiempos de crisis e inestabilidad”, como reporta una cita de un documento del Pentágono aparecido esta semana en la prensa del norte. “La sola racionalidad no nos salvará. Tenemos que aprender de nuestros errores y desarrollar empatía con el enemigo real o potencial para conservar la ventaja”, Recomendaba McNamara al Presidente Johnson durante la guerra de Viet Nam. El controvertido secretario de defensa entendía por empatía, el colocarse en lugar del enemigo y entender su pensamiento. Era su manera americana de decir con Sum Su: “Conoce a tu enemigo te conocerás a ti mismo”, agregando que la empatía implica agresión, bloqueo, intimidación, espionaje y todo un largo etcétera. Esta dirección de ideas, ha llevado a pensar a la actual administración Obama, que el resto del mundo es el lugar que ocupa el enemigo potencial; esto significa que cualquier parte es un escenario, por lo que cabe aplicar el principio de “proporcionalidad americana”, Enunciada por Walter Lippman, asesor militar de Roosevelt, en un documento recientemente desclasificado: “Imponer la racionalidad significa aplicar la proporcionalidad americana, tal cual ocurrió en Japón. Aplastar sus principales ciudades; persuadir a la población civil de que la rendición es la mejor victoria; con la población de un país enemigo hay que actuar desmoralizándola. Desprestigiando a sus autoridades y sembrando desconfianza en sus instituciones, para que nuestra presencia y nuestras acciones sean esperadas y deseadas. Extendiendo la mano a aquellos ciudadanos que quieran escucharnos y estén a favor de la paz. Luego, de ser necesario, aplicar un castigo ejemplarizante a aquellos que se mantengan hostiles, como el que se llevo a cabo en Hiroshima y Nagasaki, para ganarnos la rendición del enemigo pero por sobre todo, el respeto de aquellos que tengan las mismas pretensiones. Desestabilizar a nuestros posibles enemigos presentes y futuros garantiza la estabilidad, la seguridad y el modo de vida americano”. No por casualidad, Bush se ha convertido en la mano derecha y principal asesor de La nueva administración de la Casa Blanca, de lo que ya es llamado “El Gobierno del Tío Tom”.

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