jueves, 22 de octubre de 2009

Alegría Política (La Quinta Columna, 22/10/09/)

¿Es posible una filosofía práctica? ¿Una filosofía afirmativa que desde la alegría, eleve la potencia de existir y de actuar? ¿De ser así, podemos instalarnos en ella para aprender a vivir y en fin, ir viviendo de vez en cuando? Para Dionisios, el dios griego, la vida no necesitaba ser justificada, no tendríamos que ganarnos la vida, sino experimentarla como permanente alegría. Así, hasta el dolor sería parte de esa experiencia. Del mismo modo, la política no sería sino un, tal vez, elevado modo de expresión de la alegría como sustancia constitutiva de la vida. “Modo que intenta superar los dolores más arduos”, dijera Nietzsche (a quien de alguna manera homenajea esta columna, por el solo hecho de andar cumpliendo años por estos días). Los que hacen política del martirologio, del sufrimiento, tienden a ser representantes del resentimiento y la venganza, eso lo vemos siempre en las opciones perdedoras de los movimientos opositores de aquí y de cualquier lado, sean de derecha o de izquierda. Por el contrario, recordemos los mejores momentos de Chávez y sus triunfos. Ocurrieron y ocurren cada vez que convoca a la esperanza, a saltar hacia delante superando los horrores del dolor, como cuando llamó a constituyente en las elecciones del 98. De manera que no se trata de un gracioso ejercicio de ociosidad intelectual, el llevar acabo una reflexión sobre las premisas que nos mueven. ¿Son la alegría y el placer, el goce de existir y la realización afirmativa del deseo? ¿O por el contrario, el resentimiento, la duda, la carencia y la venganza que niegan desde la envidia y las bajas potencias las pasiones alegres? Hacer política desde el primer minarete lleva a la libertad de aquellas alegrías que nos son comunes. Hacer política desde la acera de la carencia conduce al fascismo. ¿Será una casualidad que algunos sectores hagan política apelando a la muerte, la huelga de hambre, la masacre, el paro, el golpe? ¿Avanzamos cuando pensamos que la revolución es un acto de justa retaliación histórica, en la que los malos son finalmente castigados? Para los dionisiacos, la política es la forma estoica extrema de afirmación, que enfrenta todo sufrimiento pues lo lee como forma maldita que niega y contradice la sustancia última de la vida. Para Nietzsche, la vida es un camino hacia la santidad ininterrumpido por el dolor y la tristeza, pero hay demasiadas razones para bajarse de la cruz y desde Zarathustra, “buscar siempre una afirmación más elevada que la simple reconciliación que se sustraiga de las contradicciones de la vida, haciendo llegar mis bendiciones de mi amor y mi alegría erguida en lucha, a todos los extremos, a todos los abismos, a todos los dolores, a todos los demonios que me agreden, a todas las dificultades de lo trágico que van a ser vencidas pues afirmación es alegría”. La lucha de Dionisios es una odisea olímpica de héroe y su tarea, no la tragedia asqueante producto de la venganza de un resentido. Porque lo que mueve la aventura de Dionisios no es el miedo, el proteger la propiedad, por ejemplo, y su expresión patológica: La rabia y la tristeza. “El héroe es alegre y vive feliz hasta cuando enfrenta el dolor que le propinan los tristes y resentidos, esto es lo que han ignorado hasta ahora los autores de la tragedia”, afirma Nietzsche. El castigo supone que quien sufre paga con pena y redime su culpa. Nada más lejos de Dionisios. El sufrimiento es un ultraje revulsivo que crea conciencias infelizmente hostiles contra el cuerpo y sus goces, esto siempre es un medio de negar la vida. Aquel que convoca al sufrimiento es un reaccionario que existe alejado de la riqueza estimulante de un Nietzsche subversivo que restituye la vida a su lugar de una manera “mal-dita”; o lo que es lo mismo, diciendo las cosas de otro modo, restituyendo a la palabra su don salvaje: Revolucionario.

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