jueves, 21 de mayo de 2009

La importancia de lo cotidiano (La Quinta Columna, 21/05/09)

Maffesoli trabaja lo actual y lo cotidiano mirándolos «desde el crisol del ser devenir, en donde todo es posible en cuanto se presenta una ocasión para un vivir colectivo». Y, ante el vacío constitutivo de la palabra comunicacional dominante, postula otra comunicación, otra palabra que hable desde una voz menos ruidosa y más horizontal, en donde la experiencia es corporal y el goce de compartir sea esencial. Se trata de ir haciendo nuevos horizontes que empiecen a enunciar, tocando incluso a los procesos de valorización del trabajo, desde una perspectiva que J. Bataille llamaría «Derroche Fáustico» y el compartir la vida como si se tratara de una fiesta, para “ser en el hacer por los demás”. Como en la fiesta de Dionisio: en el goce como método trágico para vivir emboscado en la alegría del otro, en la eternidad del devenir común. Spinoza sostiene que este goce sólo es posible en el “conatos”, cuya forma no puede ser pensada, sino como forma completamente desplegada de la metamorfosis de los cuerpos que se hace multi-mundos, es decir, multi-tuto. El espacio de los cuerpos-en-común configurados en los acuerdos de las pasiones alegres comúnmente compartidas democráticamente asumidas. De modo que en la Multitud se prefigura ya la idea de libertad, democracia y eternidad, que en una revolución forman parte las prácticas materiales en torno a un devenir sin términos. Esto significa, en Spinoza, una valencia cualitativa del ser de la multitud que integra ética y política en el multi-mundo, como dimensión ontológica de su propia existencia. De manera que podemos afirmar, con Negri, que «la vida secreta de las masas» contiene en términos creativos el misterio de la multitud que no es otro que las claves mismas para una redefinición de lo político como voluntad colectiva de un devenir libres. Expresión absoluta de la propia utilidad del ensañamiento de la potencia a través de la existencia colectiva que “resuelve la necesidad en la libertad”. Por eso la apuesta por una ética política de la experiencia no desdeña la teoría, por el contrario, la incorpora (in-corpore) para «vivir al filo de esta navaja», como nos dice Negri y también Maffesoli. Así, la revolución no es sólo una forma de gobierno eminente, sino, en lo esencial, un estado multitud, y también, producción del mundo capaz de expresar la virtud como potencia política, es decir, colectiva. Más no como suma de partes, sino como instante en el que surge el Kairos, la oportunidad de la apertura a lo Otro, al salir de sí mismo para ser con el otro, para hacer el porvenir como materialización de la socialización de la política en la formidable figura de la libertad colectiva del deseo que hace cuerpo en el cuerpo-pueblo, modo de sujeción política por el que hay política y hay revolución en democracia. Para Spinoza, lo que es absoluto es eterno, pero no se trata de una eternidad como intemporalidad metafísica. Asume que «hay ciertas especies de eternidades», por ejemplo con: la sustancia, la potencia y el poder como eterna producción de su condición de eternidad y como su propia medida, como «una cierta perspectiva»; no como terreno transcendental sino como suspenso permanente y rechazo a la soledad, en tanto que condición de lo social. De modo que en tanto que permanezca siendo negación de lo hoy existente, como superación de la apariencia y develamiento práctico [horizonte eterno que cualifica la búsqueda del sentido común], es decir, «eternidad que niega el absoluto», en la medida que supera lo que niega en un mismo movimiento. Hemos hablado ya en este espacio del concepto multitud desde distintas dimensiones epistemológicas: ética, política y de clase, por nombrar algunos rasgos de la mezcla que intentamos producir, esperamos respuestas.

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