jueves, 29 de enero de 2009

Nosotros y La Enmienda (La Quinta Columna, 29/01/2009)

Una revolución supone de suyo, estratos, memorias, sujetos, archivos, discursos, territorios. La complejidad caraqueña hizo posible la maravilla de múltiples y diversas experiencias organizativas locales, que desde la resistencia al modelo neoliberal, hoy construyen sólidas referencias para la participación de la gente y la solución de sus luchas. Un abanico que abarca zonas y estratos que va de lo deportivo, pasando por la organización comunal, hasta incluir la militancia dura en cuanto a la resistencia popular, agrupa a cientos de esperanzas que acompañan este proceso de cambios. Este espacio de lo múltiple, es seguido por medios alternativos y comunitarios que amplían la voz y el contenido ideológico de aquellos que comprendiendo la importancia estratégica del partido, también asumen la responsabilidad de convocar y proponer un espacio de solución de los problemas y conflictos de la historia mínima y de la vida cotidiana. Un músculo común que respetando la autonomía y el liderazgo local, es capaz de coordinar programas, políticas y acciones comunes en torno a la construcción concreta del socialismo. Esto es lo que llamamos: La Caracas Insurgente. Construir y consolidar el poder popular no es cosa fácil, es una tarea de todos los días, lo que llamaría Foucault, el trabajo en lo más concreto, en la construcción de una nueva subjetividad. Esta fábrica del sujeto emergente es la insurgencia material y simbólica de lo que puede ser visto y nombrado. Es decir: Un nuevo régimen de visibilidad y de enunciación. El crecimiento y maduración de esta corriente de corrientes, este espacio de lo popular que expresa la naturaleza diversa de lo que afirma su singularidad, ha conseguido en estos años que van de proceso revolucionario, el punto de inflexión para el salto cualitativo. Pero nada de esto tendría sentido si dicho esfuerzo no rompe con la visión aldeana del localismo, si no salimos de las parcelas sectarias y se entronca con un proyecto nacional e internacional. Digámoslo sin rodeos, el punto de encuentro y articulación de la potencia de estas fuerzas se llama Chávez. Por eso es crucial, para las distintas corrientes político organizativas que surgen desde el movimiento popular, encontrarse y perfilar un modelo de referencia que sea común a todas nuestras luchas, de modo que podamos también perfilar una visión común claramente de izquierda (y de qué clase de izquierda estamos hablando), y así seguir encontrándonos y haciendo. Para que todo esto sea de este modo el movimiento popular necesita de la continuidad del liderazgo de Chávez y su permanencia al frente del gobierno. Esto pasa en esta oportunidad por la aprobación de la enmienda propuesta por el presidente. Pero el impulso de la enmienda debe trascender el electoralismo y lo coyuntural y entroncarse con el fortalecimiento ideológico del discurso y la práctica socialista, aquella que radicalice el proceso, es decir, que cree las condiciones para dar todo el poder al pueblo. Cerrar filas en torno al liderazgo de Chávez, es, desde el movimiento popular, el impulso de nuevos espacios de urdimbre en una piel común. Lugar de solución de la tensión permanente entre lo constituyente y lo constituido. Los modos de expresión que asume la lucha de clases en el territorio particular de las luchas locales, necesita que saldemos nuestras distancias y diferencias a favor de un nosotros común que rompa con el tacticismo y el tareismo, para que sea la identificación, el amor y la camaradería, el ingrediente complementario de la referencia ideológica que nos guía. En todo esto, como filigrana, arma y compone el liderazgo de Chávez. Nosotros, los que pensamos y actuamos en colectivo, necesitamos la aprobación de la Enmienda.

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