jueves, 15 de enero de 2009

Las lógicas del hundimiento (La Quinta Columna, 15/01/2009)

La segunda semana de las noticias financieras del año naciente, comienza como terminó el 2008. Malas informaciones y comentarios desalentadores sobre las nubes negras que no parecen disiparse. Monedas asiáticas ganan terreno ante el dólar y el euro, pero esto no frena el desplome de los orientales en la bolsa, que sede ante el anuncio de los malos resultados corporativos de empresas como Sony. Mientras tanto en USA, el paciente sigue en terapia intensiva y no da muestras de recuperación a pesar de los auxilios financieros aprobados por El Congreso y los fondos trasladados por La Reserva Federal, hacia los bancos y las aseguradoras de riesgo. Alcoa, el gigante del aluminio, declaró este lunes que una auditoria parcial del desempeño durante el año en cierre, arrojó pérdidas cercanas a los 12 mil millones de dólares. Lo mismo está ocurriendo con las empresas del acero, el transporte y con la industria maderera. Todo esto comienza a impactar en los mercados asiáticos y hasta el gigante chino admite una importante desaceleración de su economía ante la disminución en un 4,6% de sus exportaciones por segundo año consecutivo. La evolución a la baja en las bolsas y el marasmo conservador en la inversión ya deja como secuelas cientos de miles de desempleados en todo el mundo. A pesar de las compresas y los bálsamos el problema estructural seguirá sin resolverse. La economía de mercado es caótica e incontrolable, pero a diferencia de otros sistemas, nunca logra auto regularse hasta alcanzar un punto de equilibrio manejable que la haga a su vez sustentable. El capitalismo crece al borde des sus propios límites desplegando agendas múltiples y contradictorias que se contraponen y solapan unas a otras, más allá de cualquier ética. Organiza al mundo por fragmentación y proliferación, homogenizando en un sistema de fracturas asimétricas aquello que ha caotizado. I. Mészáros, en su último libro, El Desafío de la Carga del Tiempo Histórico, lo dice de esta manera: El sistema del capital está caracterizado por una triple fractura entre: 1) La producción sin control (y la competencia también sin control); 2) Contradicciones entre la producción y el consumo; 3) La asimetría entre producción y circulación nacional e internacional, calidad duración uso y naturaleza de los productos. A esto hay que sumar las naturales contradicciones entre distintos intereses de productores y entre lo público y lo privado. El resultado es un modelo centrífugo en el que cada una de las partes compite de manera desleal contra la otra. El antagonismo y no la cooperación es la naturaleza genética del metabolismo del capital, en donde cada lado tira sobre sí mismo pero en dirección contraria a la de un posible entendimiento general. Por eso, cada parte actúa como un agujero negro que pretende crear tanta fuerza de gravedad como sea posible, capaz de engullir a la otra parte, a riesgo de colapsar también sobre si misma. Al no existir una dimensión cohesiva intrínseca, "la mano invisible" de Adam Smith interviene sólo para saludar el carácter incontrolable y destructivo del afán irrefrenable de lucro. Estamos entonces en presencia de estrategias racionalmente parciales de cada una de las partes pero que suman como totalidad un universo irracional de superabundancia e insuficiencia crónica. El modelo de acumulación ampliada no ha logrado superar la crisis producto de la concentración del capital y la tendencia a la caída inercial de la tasa de ganancias anunciada por Marx, por lo que las crisis cíclicas son parte del "encanto" perverso que persevera al lado del afán expansionista de la riqueza. Razón por la cual este mundo se tornará cada vez más salvaje.

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