jueves, 13 de noviembre de 2008

FRACTALES (La Quinta Columna, 13/10/2008)

¿Pensar los objetos políticos, como por ejemplo el concepto democracia, como si se tratara de una cosa sólida? El cambio es permanente en la naturaleza de los paisajes subterráneos que hacen los mapas categoriales. Maffesoli nos alerta: “Las cosas no dejan de sufrir modificaciones importantes. La sociedad, como el amor, la muerte y la política, no dejan de transfigurarse, o lo que es lo mismo, transmutar la potencia de su forma a nuevas figuras que marcan las eras y las edades”. El sustrato existencial de la cosa política es el cambio, pero su secreto estriba en que el encanto que produce, borra por un tiempo el impacto del cambio mismo. El sentido común desprecia cualquier formulación que intente pasarse de la raya pretendiendo universalizarse con la eternidad. ¿Con qué conceptos llenar la caja de herramientas para dar cuenta de los cambios ocurridos al interior de los dominios de las lógicas de un proceso? Cada vez de manera más recurrente, las ciencias sociales se ven permeadas por modelos de representación que permiten el estudio de aquellos objetos que se nos antojan sin ley o que varían su forma de expresión dependiendo del nivel o escala de observación. Los objetos fractales (nubes, turbulencias, movimiento de las mareas, mapas y costas, forma de las hojas de un árbol, etc) descritos por Benoït Mandelbrot, nos sirven para capturar una fotografía conceptual e inspirar nuevas lecturas de los devenires en tránsito. Auto similitud (aquello que sólo permite compararse consigo mismo), intermitencia relativa (establecer las frecuencias entre estados de calma y de turbulencia), errores en ráfaga (discernir sobre los eventos que se desencadenan a partir de un hecho no deseado o una decisión inadecuada), ruido subyacente (descontrol no observado a simple vista pero que se mantiene latente y se expresa a la hora de una medición final), distribución irregular o regiones de concentración (estado de cosas de una fuerza que a la distancia luce unánimemente lisa pero que resulta cada vez más estriada con cada aproximación), intermisiones de los flujos de intensidad (habla de los intervalos de la energía necesaria para mantener cierto nivel de volumen u homogeneidad de una fuerza), medida trágica (el resultado que arroja un mapa de decisiones erróneas), escalera del diablo (medición gráfica de una tabla media estadística que muestra una “declinación irremediable”), horizonte de segmentos caóticos (imagen que se puede observar al dividir de manera “extraña” la escalera del diablo en un gran número de segmentos de “errores trágicos” que permiten entender por qué la tendencia al declive aumenta en la misma medida en que la suma de los segmentos se aleja del modelo ideal de la escalera de Cantor), generalización aleatoria de Besicovitch (randonizar o redondear alrededor de un solo error atribuible a una sola variable, lo que podría ser dividido en infinitas celdillas de errores trágicos, fijando de antemano los valores arbitrarios a fin de lograr una respuesta simple en una sola operación. Permite una respuesta rápida en un primer nivel de aproximación), exponentes críticos (elementos que saltan de bulto a la hora de un análisis, pero que sólo funcionan a partir de ciertas combinatorias). Son campos de conceptos que forman cristales moleculares discursivos. Con ellos, hacernos cargo del papel del azar y de sus ráfagas desestabilizadoras de la realidad política. El poeta Valery hablaría de la virtud misteriosa de las pequeñas palabras, los mínimos silencios, el color de la voz de aquellos aires que trastornan la historia.

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