jueves, 26 de junio de 2008

El arte del detalle (La Quinta Columna, 26/06/2008)

"En los detalles se oye reír al diablo", reza un proverbio vietnamita. Pasó durante la batalla de Lidice, en la segunda guerra mundial. Los alemanes descuidaron la artillería y producto de numerosos desperfectos no pudieron movilizarlas a tiempo. Sun Tzu se refería a los detalles como "la fuerza cualitativa invisible de las partes ocultas", y criticaba a aquellos que subestiman lo pequeño, siempre deslumbrados por lo aparentemente grande. Advertía que atacar directamente a un enemigo poderoso y unido es una segura invitación al desastre. Genio del ataque indirecto, Sun Tzu recomendaba concentrar fuerzas en los puntos dispersos y poco protegidos de un enemigo fuerte, para obligarlo a prestar atención a casos irrelevantes, desviándolo de los asuntos importantes. Desde entonces, la guerra de desgaste ha sido la clave de la acción de casi todos los grupos insurgentes. Mao Tse Tung empleó esta táctica en la guerra larga; desgastando a las tropas enemigas con escaramuzas, atacando en sitios inhóspitos e imprevistos y luego replegándose a sitios seguros. Sun Bin, autor posterior a Sun Tzu, percibió que de este modo, se logra muchas veces que el contrincante trabaje para uno. A esto lo llamó "matar con cuchillo prestado" (lo comprendió cuando en el palacio del rey Wen apareció un cortesano asesinado con la daga ceremonial de un general, que para su fortuna se encontraba a varios kilómetros del hecho). Es decir, se pude utilizar los recursos ajenos en provecho propio, sembrando "los detalles". Incluso llevando el asunto al discutido extremo ético del espionaje, podemos encontrarnos con lo que llama Sun Bin "observar los fuegos arder al otro lado del río". Recordemos el caso de Mijail Tujachevski, leal mariscal soviético, que fue acusado de espionaje y traición, en vísperas de la invasión nazi, por el celo y la ambición del círculo íntimo de Stalin. Los adversarios del mariscal, echaron mano de pruebas de inteligencia totalmente falsas sembradas por el enemigo. Tajuchevski fue ejecutado con todo y los siete generales de su estado mayor, poniendo en peligro la defensa de la URSS y obligando Stalin a prestar atención a una purga en el momento más indeseado. Tajuchevski era testarudo y obcecado y ante la situación crítica que se cernía sobre él, optó, sin pensarlo, por enfrentar a Stalin (por cierto, Stalin creaba situaciones que estimulaban el deseo, poniendo a competir a sus acólitos entre sí por posiciones irrelevantes y con ello lograba salir de unos y otros. A esto lo llamaba Sun Tzu "el arte de ocultar la daga con una sonrisa"). El florentino Maquiavelo también recomendaba minar al enemigo de "detalles", obligándolo a distraerse al atender múltiples causas y situaciones irrelevantes, profundizando la brecha entre los aspirantes a jefes y explotando las contradicciones presentes en el adversario. Esto es lo que se llama, en argot estratégico, "incendiar la casa para luego saquearla". Ganar la confianza del contrincante y hacer que logre pequeños éxitos para que nos subestime. Crear situaciones a partir de la nada, al convertir lo pequeño en grande; el simular estar débil para preservar las fuerzas propias. Depurarse de cuando en cuando fingiendo estar derrotado, obligando a los vacilantes a abandonarnos; oponerse a grandes maniobras a cielo abierto; siempre tener rutas alternativas; saber en quien confiar y desconfiar de quien pretende monopolizar la confianza. El I Ching sentencia: "arte de lo pequeño, del detalle que obra sobre lo grande".

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