viernes, 20 de junio de 2008

El arte de las emociones (La Quinta Columna, 20/06/2008)

Chuko Liang, estratega militar del emperador Sun, en 225 DC, tenía dos opciones: o atacaba con todas sus fuerzas el reino del norte, ahora que tenía fuerzas muy superiores, o avanzaba poco a poco por territorio enemigo, hasta ganarse el apoyo de los pobladores. Optó por la segunda posibilidad. El Rey alarmado lo interpeló al respecto. Liang respondió que aquellos que se creen poderosos tienden a aniquilar a sus contendores sin dejarles ninguna posibilidad, pero con esta actuación crea situaciones nada gratas a futuro, pues genera odio y resentimiento en el corazón de los vencidos, generando de nuevo una y otra vez las condiciones para una nueva revuelta. "Nuestro ejército es numeroso y experto pero no cuenta con el suficiente apoyo de una población dispersa en un vasto territorio, es mejor actuar con cautela para que nuestras victorias no produzcan un odio tal, que a pesar del triunfo vivamos paranoicos y sin saborear el éxito. La segunda opción es más difícil pero más segura". Liang recomienda dar siempre un paso atrás en todo enfrentamiento, incluso en aquellos que nos resultan favorables, tomando siempre el tiempo necesario para calcular el impacto emocional y psicológico de cada decisión, tanto en los leales como en los adversarios. "Hay momentos en los que un ejército logra imponerse pero a un costo muy alto, sacrificando tropas y oficiales leales sin justificación aparente; así, el estado de ánimo y el sabor que deja el triunfo es tan adverso que arrastrará al fracaso a las campañas importantes. Hay veces que la moral, el valor y el arrojo de los adversarios logra desmoralizar a nuestras tropas, incluso en la victoria más segura, por ello nunca recomiendo acorralar y aplastar al enemigo por completo". Liang es tal vez, el primer teórico de la guerra que se pasea por el arte de las emociones. Para él los pueblos y los ejércitos son cuerpos gobernados por el corazón; en donde la compasión para con el derrotado es una poderosa emoción. Por ello recomienda no ganar jamás, otorgando al contrincante la cómoda condición de víctima. El vencido debe preferiblemente, pasar rápidamente a formar parte de los nuevos aliados, pues de lo contrario seguirá siendo un enemigo potencial y "no hay enemigo pequeño" (es a Liang a quien se atribuye esta frase). Este general chino es anterior a Sun Tzú y comúnmente se piensa que fue él quien inspiró al autor de El Arte de La Guerra. Para Liang, un líder militar no puede ver a sus hombres como una masa. Debe ser siempre justo, tomando en cuenta los sueños y aspiraciones de su gente, pues esto es la base de sus puntos de vista. "Nunca dar una orden sin antes conocer lo que piensan las tropas y los oficiales. No avanzar sin calibrar primero la materia prima de la disposición al combate y a la victoria; es decir, sin antes conocer y respetar las emociones y las ideas de los dirigidos. Las decisiones siempre deben traer alegría, de lo contrario serán la base para la descomposición, la aflicción y el rumor. Una orden debe orientar y persuadir. Si no, se corre el riesgo de que ella sea obedecida por disciplina, por rutina, por miedo; o mecánicamente, lo que de suyo, significa ya un fracaso. La mejor manera de hacerse obedecer es explicando todo a los involucrados. Todos deben saber en qué consiste la ventaja, tanto personal como colectiva de tal o cual decisión. Por eso a veces se fracasa estando en lo correcto. Es tan importante la decisión como la compresión colectiva de la misma".

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