jueves, 10 de diciembre de 2009

La Banca (La Quinta Columna 10/12/09)

¿Quién es más ladrón, el que roba un banco o el que funda un banco? Se pregunta Facundo Cabral. Ante la coyuntura creo que esta pregunta requiere una respuesta. La relación mercantil, en su forma dineraria, une formalmente disímiles objetos. Aquí, la inscripción comercial y monetaria permanece sobre codificada por los caracteres de inscripción del modo de la producción, que no conoce ni reconoce al trabajo abstracto. Como dice Marx, esta es una relación simple y antigua, pero sólo aparece como tal, en el capitalismo moderno. Antes, la forma comercial monetaria no disponía de un cuerpo propio. Todo consistía en un comerciante que compraba barato y vendía caro. Pero con la relación capitalista, el capital mercantil-financiero, secuestra esta actividad en la deuda y el crédito. En una palabra, la nueva formación social empieza cuando el capital cesa de ser sólo material de intercambio para volverse filiativo, cuando el dinero engendra dinero, o valor en forma de plusvalía, “valor progresivo”, dinero siempre brotando y creciendo, multiplicándose al infinito sobre sí mismo, bajo la formula: D-D-D. “El dinero así concebido, se presenta como sustancia de sí misma, para la cual, mercancía y moneda son sólo una forma”. Marx sigue: “Del mismo modo que dios distingue en su persona al padre del hijo y ambos forman solo uno. Así como diez libras, por el interés, se convierten en veinte y de allí en capital”. En esas condiciones el capital es lógica de todo el socius que se apropia de las fuerzas productivas. Ya no estamos en el dominio del cuantum, sino en el de la relación diferencial de la conjunción, que define las relaciones dominantes de un campo social: El del capitalismo, que confiere a la abstracción un valor efectivamente concreto. La abstracción ya no es una simple referencia a una cantidad variable entre términos independientes. Es independiente por si misma estableciendo los modos de la relación social. La banca produce la dualidad entre la formación de medios de pago y la multiplicación abstracta del dinero, a través de la creación de deuda por la vía del crédito y la financiación; la gestión de la moneda y la financiación de la acumulación; la moneda de cambio y la moneda de crédito. El dinero se metamorfosea en relación pura, dentro de la forma bancaria. Ésta actúa como bisagra entre endeudamiento, pago y plusvalía del dinero que se multiplica sobre sí mismo, lo que muestra que la moneda va más allá de la circulación simple y del dinero como medio de pago. A la inversa, el crédito bancario opera a la desmaterialización y desmonetización de la moneda, a favor de la circulación de órdenes de pago que sustituyen al dinero corriente. Aparece un nuevo circuito en el que el capital toma de sí mismo y se autofagia, en la medida en que ya no sólo es instrumento de cambio, sino sustancia de una relación de poder sobre la sociedad toda. La deuda infinita que engendra este modo, es el sentido interior de la lógica capitalista a la que nada escapa. En el capitalismo, el Estado deber regular y controlar los devenires de la moneda de crédito, sea por la vía de la centralización y la garantía del crédito, creando la dependencia de un referencial en depósitos como el oro; o indirectamente regulando las tasas y unificando los mercados de capital, etc. Pero esto nunca será suficiente, siempre se le irá de las manos, pues la banca es relación usurera y simulacro: Dualidad de las dos formas del dinero. La práctica bancaria no hace más que actuar como mecanismo de reproducción ampliada del capital. No hay un desconocimiento por parte del estado capitalista de la forma de circulación del dinero bancario, por el contrario, la legalidad burguesa expresa su complicidad con el campo de inmanencia capitalista y su movimiento objetivo, en el que “todo se desvanece en el aire”, subordinándose al signo bancario, es decir, a su principio de convertibilidad abstracto concreta.

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